Impacto del uso excesivo de las redes sociales en las funciones ejecutivas y en el aprendizaje

A lo largo del desarrollo del niño y del adolescente, mejora su capacidad de controlar acciones y de regular sus respuestas y conductas. Estas aptitudes están ligadas al desarrollo de procesos cognitivos de orden superior, cuyo actor principal son las funciones ejecutivas. Las funciones ejecutivas permiten planificar, iniciar, y finalizar objetivos, autorregular y monitorizar tareas, resolver problemas, regular conductas, y ejecutar acciones o comportamientos de manera precisa para responder de forma socialmente adaptada. El control inhibitorio, la flexibilidad cognitiva y la memoria de trabajo se consideran la base para el desarrollo del resto de las funciones ejecutivas.

La edad en la que se termina de desarrollar la corteza prefrontal, responsable de las funciones ejecutivas, está en torno a los veinte o treinta años.

Aún así, se sabe que la capacidad ejecutiva puede modificarse a lo largo de toda la vida, ya que en gran parte depende de las experiencias, actividades, y entrenamiento a las que sometamos a nuestra corteza prefrontal. Así, funciones como la flexibilidad, la inhibición, y la memoria de trabajo, pueden ponerse en práctica y trabajarse para mejorar, por ejemplo, nuestra capacidad de acceder a cambios en determinadas acciones o rutinas, de contenerse ante ciertos impulsos, o de almacenar en la memoria protocolos cada vez más complejos.

Por su parte, no hay duda de que hoy en día las redes sociales se consideran indispensables tanto para relacionarnos socialmente, como para acceder a información, o vivir más cómodamente nuestro día a día. Pero también es cierto que en los últimos años se ha demostrado cómo su uso excesivo tiene serios efectos o síntomas nocivos, como por ejemplo procrastinación, ansiedad, pérdida de control o síndrome de abstinencia. Se habla de uso problemático de internet o de redes sociales cuando éste interfiere con las actividades de la vida cotidiana, impidiendo cumplir con las responsabilidades diarias o perseguir otros intereses, sin tener en cuenta las consecuencias negativas. La adicción a las redes sociales resulta por tanto en un deterioro significativo en varios aspectos de la vida del individuo durante un período prolongado. Esto afecta principalmente a la población adolescente y preadolescente, cuya corteza prefrontal, además, está todavía en desarrollo, y con ello sus funciones ejecutivas.

La base neurofisiológica de la adicción a las redes sociales es la misma que la que se da en la adicción a los juegos de azar o a las sustancias de abuso.

Se produce una disfunción de las redes neuronales alimentadas por el neurotransmisor dopamina, debido a una sobreestimulación, con la consiguiente infra regulación, de los receptores dopaminérgicos. Esta desregulación de los receptores dopaminérgicos hace que se vea disminuido el control inhibitorio y que aumente la ansiedad por la búsqueda del placer inmediato. Así, estudios recientes muestran una clara asociación entre el uso excesivo de redes sociales y los problemas para controlar los impulsos y para tomar decisiones racionales a corto plazo.

Diversos estudios han reportado también que las personas que usan en exceso las redes sociales presentan puntuaciones más bajas en pruebas visuales de memoria de trabajo, a lo que se suma un bajo resultado en la memoria a largo plazo; también se han encontrado en estos individuos altos niveles de distracción en asignaciones académicas y un rendimiento académico general menor.

El hecho de que los jóvenes estén conectados a las redes sociales a través de sus propios teléfonos ha implicado que acostumbren su cerebro a la multitarea, es decir, que interactúen en las redes a la vez estudian o están en clase, algo que exige estar cambiando de foco atencional constantemente, lo que es conocido como atención dividida. El cerebro sometido a multitarea por tanto sólo es capaz de procesar los contenidos que le llegan de manera superficial, reduciendo por tanto la atención sostenida del individuo. Esta información que llega en exceso, de forma rápida y sin profundidad, afecta al aprendizaje, ya que el cerebro se acostumbra a procesar la información de manera superficial y le cuesta más procesar la información “profunda”. Esto también afecta a la capacidad de razonar, interiorizar y almacenar nuevos contenidos en la memoria a largo plazo, es decir afecta a la capacidad de aprender.

En conclusión

El uso excesivo de redes sociales disminuye la memoria de trabajo, el filtrado de información no relevante, la atención sostenida, la memoria a largo plazo, y el rendimiento académico, y aumenta la impulsividad, la distracción, y la atención dividida. Técnicas como limitar las notificaciones que llegan al teléfono, establecer un horario para revisar las redes sociales, ampliar nuestro círculo social de manera presencial, o dedicar tiempo a actividades que sean de nuestro interés fuera del mundo virtual van a evitar el uso excesivo de las redes sociales y mejorarán el control ejecutivo y la facilidad para el aprendizaje.

 

Bibliografía:

 

Cómo citar esta publicación:

Sanz Blasco, S. (2023). Impacto del uso excesivo de las redes sociales en las funciones ejecutivas y en el aprendizaje. Asociación Educar para el Desarrollo Humano. www.asociacioneducar.com/impacto-del-uso-excesivo-de-las-redes-sociales-en-las-funciones-ejecutivas-y-en-el-aprendizaje/
Investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Farmacológicas (ININFA) de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires. Realizó un posdoctorado en el Neuroscience and Aging Research Center del Instituto Sanford Burnham Prebys, en San Diego, California. Es Doctora en Fisiología por el Instituto de Biología y Genética Molecular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid. Además, es Licenciada en Ciencias Químicas, titulada en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valladolid. Ha sido autora y coautora de más de 20 publicaciones científicas en el campo de las enfermedades neurodegenerativas.