[Infobae, Argentina]
Julio Manuel Pereyra, educador comunitario destacado por la ONU con el Premio de Derechos Humanos por su proyecto Caminos de Tiza, entrevistado por Fernanda Jara.
Ver a niños y niñas comiendo, trabajando y viviendo en la basura
Fue para Julio Manuel Pereyra un momento bisagra en su vida porque, además, ninguno había ido alguna vez a la escuela. Estaba en una de las zonas más vulnerables de Corrientes, provincia donde tuvo el primer contacto con el analfabetismo como una realidad tapada con un velo. Allí también se encontró con personas adultas con discapacidades y sin el acceso a sus derechos vitales.
Había llegado hasta la zona porque había ideado un programa de educación inclusivo, verdadero, realizable y sostenible en el tiempo. Y allí, donde la teoría cobraba vida, supo que era donde debía accionar: sumó el objetivo de hacer visible todas las falencias que observaba. Pronto, lo que comenzó como una denuncia, se convirtió en su manera de educar y de generar políticas públicas. “Las grandes escuelas están donde están los grandes maestros, no los grandes edificios”, asegura el educador comunitario y fundador Escuelita Ambulante Caminos de Tiza.
Ese fue el proyecto educativo en el cual quedó plasmada su idea
“Es una propuesta de educación comunitaria de voluntariado en basurales, aldeas, comunidades originarias y barrios marginales en diferentes localidades argentinas. A ello, se suman los talleres sobre Inclusión Educativa y estrategias didácticas a Centros Educativos Públicos de manera gratuita”, explica sobre la iniciativa que cumplió diez años y que en 2020 fue reconocida con el Global Teacher Awards (AKs India), el Premio Educativo Espiral de España, el Premio Iberoamericano a la Labor Docente y que lo hizo merecedor del premio Maestros que Inspiran Latinoamérica y en diciembre pasado recibió Premio de los Derechos Humanos 2023, otorgado por Naciones Unidas (ONU). Pese a esto, en Argentina poco y nada se conoce, ni reconoce la importante labor que desempeña junto a su pareja, la profesora misionera de Educación Especial, Yanina Rossi.
La escuela itinerante Caminos de Tiza es una propuesta única en Latinoamérica. No es una ONG ni una fundación sino un proyecto voluntario sustentado desde la promoción y gestión de donaciones comunitarias de materiales, útiles escolares, material ortopédico-terapéutico, vestimenta (para los roperos solidarios) y material deportivo; y llevado a cabo solamente por dos docentes: Julio y Yanina, que van hasta donde los llamen, adonde nadie más llega.
¿Qué enseñan?
Lo esencial, como leer y escribir; hacer cuentas; pero no se quedan solo en esas asignaturas básicas de la enseñanza primaria sino que realizan un proyecto social y comunitario para más de 300 niñas y niños, con y sin discapacidades, que viven en catorce comunidades misioneras; y educa a los adultos analfabetos y analfabetos funcionales, que sí saben leer, pero no comprenden o no pueden usar un celular, por ejemplo. Hasta el momento, la propuesta que desarrolla fue reconocida en Europa, India y en los Estados Unidos debido a que además su trabajo institucional denuncia y previene el abuso sexual, los embarazos infantiles y adolescentes, y la trata de personas.
“También armamos bibliotecas barriales y colaboramos con comedores comunitarios, sin recibir ni aceptar dinero, transparentando en las redes sociales los usos y destinos de los recursos, y de todos los materiales recibidos”, señala Pereyra que destaca el apoyo recibido por la Asociación Educar para el Desarrollo Humano. “Nos ha dado becas para que otros educadores se formen para poder atender pedagógicamente a los chicos. Han sido un pilar en nuestra lógica de formar a otros educadores”, destaca el docente de 38 años, que hace diez años dejó todo de lado en su país para poner una solución donde vio problemas. O al menos lo intenta.
Nota completa disponible en Infobae: https://www.infobae.com/sociedad/2024/07/22/el-profesor-que-hizo-del-derecho-a-la-educacion-su-causa-de-vida-y-fundo-una-escuela-itinerante-en-misiones/