Reseña del libro: «Artificial: La nueva inteligencia y el contorno de lo humano», de Mariano Sigman y Santiago Bilinkis

En busca de una frontera que se desdibuja

Vivimos en una era en la que las preguntas sobre la condición humana, aquellas que antes habitaban el territorio de la filosofía o la religión, parecen haberse desplazado hacia los laboratorios de datos, las líneas de código y los modelos predictivos que ahora osan pensar, simular y, en ciertos aspectos, crear. En este tiempo inquietante y fascinante, Artificial, de Mariano Sigman y Santiago Bilinkis, emerge como un ensayo accesible y provocador, que intenta explorar, con cierta astucia, aunque por momentos con poca profundidad, los contornos cambiantes de lo humano frente al desarrollo de la inteligencia artificial.

La obra se presenta como un recorrido reflexivo por las fronteras del pensamiento, donde lo artificial deja de ser una herramienta externa y empieza a convivir con lo más íntimo de nuestra identidad:

  • la inteligencia,
  • la creatividad,
  • el juicio.

Sigman, desde la neurociencia, y Bilinkis, desde la innovación tecnológica, nos invitan a una conversación que alterna entre la maravilla y la duda, entre la promesa y la advertencia.

Uno de los logros más destacables del libro es su capacidad para hacer comprensible lo complejo, sin caer en simplificaciones. Los autores explican los fundamentos del aprendizaje automático, la evolución de los sistemas generativos y las posibilidades actuales de las máquinas para simular capacidades tradicionalmente humanas. Utilizan esos conocimientos como punto de partida para abrir preguntas más profundas sobre lo que significa pensar, crear o decidir.

Artificial se pregunta, y nos pregunta:

  • ¿Qué nos hace humanos en un mundo donde la inteligencia puede ser replicada?
  • ¿Estamos frente a una herramienta poderosa o frente a una transformación ontológica?
  • ¿Qué quedará de lo que entendemos como humano cuando lo que nos definía, el lenguaje, la razón, incluso la sensibilidad estética, empiece a ser compartido por entidades no biológicas?

La riqueza del libro está en su tono exploratorio, en su invitación a habitar la incertidumbre. Lejos de los extremos que celebran o demonizan la inteligencia artificial, Sigman y Bilinkis nos llevan a pensarla como un fenómeno que nos desafía, pero que también nos refleja. En esa ambigüedad, ni optimismo ingenuo, ni pesimismo paralizante, radica gran parte de la honestidad intelectual del texto.

 

Logros y virtudes: una invitación a la curiosidad informada

Artificial destaca como un ejercicio de apertura al conocimiento y a la reflexión crítica. Los autores generan un espacio de diálogo con el lector, en el que la comprensión se construye como un proceso compartido. El texto propone un acompañamiento atento, que permite al lector participar activamente en la elaboración de sentidos.

El lenguaje es respetuoso con la inteligencia del lector. La estructura del libro se desarrolla con un ritmo sereno, sin apuros ni giros innecesarios, y permite que las ideas maduren a medida que se despliegan los capítulos. En este marco, la obra cumple una función valiosa de hacer dialogar la complejidad de la inteligencia artificial con las preocupaciones cotidianas y filosóficas que esta suscita. El resultado es un texto que interpela tanto al especialista como al lector curioso, que encuentra aquí una guía clara para orientarse en un campo plagado de conceptos malinterpretados o distorsionados.

Uno de los aportes más significativos de Artificial es su capacidad para desmitificar muchas de las percepciones exageradas que rodean a la inteligencia artificial. Frente a discursos dominados por la fascinación o el miedo, Sigman y Bilinkis exponen con precisión los alcances reales de la tecnología, mostrando sus logros, pero también sus límites. Si bien las máquinas han avanzado notablemente en tareas que alguna vez se consideraron exclusivamente humanas, hay dimensiones que aún permanecen fuera de su alcance. La conciencia, la experiencia, el deseo, siguen siendo propias de un sujeto que vive, que sufre, que interpreta.

El libro ofrece así un contrapunto equilibrado frente a las visiones deterministas que anticipan un reemplazo inminente de lo humano. La inteligencia artificial y su capacidad de amplificación no debe confundirse con una equivalencia, y los autores insisten en la importancia de reconocer esta diferencia para poder integrarla sin perder la especificidad de nuestra condición.

 

Límites y omisiones: el silencio estructural sobre el poder

A pesar de sus múltiples aciertos, Artificial se muestra por momentos reticente a explorar con crudeza las aristas más incómodas del fenómeno que analiza. En su afán por preservar un tono equilibrado, el libro evita profundizar en la dimensión política y económica que inevitablemente atraviesa el desarrollo y la implementación de la inteligencia artificial. La IA no es un mero avance técnico, sino una tecnología situada, producida en contextos concretos, moldeada por intereses específicos y, en muchos casos, utilizada como instrumento de poder y control.

En este sentido, Artificial omite problematizar con mayor rigor quiénes son los actores que lideran la revolución tecnológica, qué fines persiguen y bajo qué condiciones operan. Las grandes corporaciones que monopolizan el desarrollo de la IA no actúan movidas por un ideal común de progreso, sino por lógicas de acumulación de capital, de expansión de su influencia y de dominio sobre los flujos de información que hoy modelan buena parte de nuestra experiencia. Preguntarse qué puede hacer la inteligencia artificial es necesario, pero insuficiente. Es urgente interrogar también qué efectos tiene su despliegue sobre la desigualdad social, sobre el acceso al conocimiento, sobre la erosión de la privacidad y sobre la creciente subordinación de la autonomía individual a sistemas opacos, diseñados lejos de la deliberación democrática.

El libro menciona estos temas, pero sin la profundidad que su relevancia exige. La IA, al ser presentada como un campo de maravilla y desafío, se ve algo despejada de sus connotaciones más conflictivas. No se aborda de manera contundente:

  • la cuestión del trabajo,
  • la precarización laboral
  • ni la progresiva automatización que transforma no solo la economía, sino también la subjetividad de quienes ya no encuentran en el trabajo un espacio de sentido o identidad.

¿Qué ocurre con el vínculo entre tecnología y deshumanización cuando se automatizan no solo tareas físicas, sino también capacidades cognitivas, creativas y decisionales? ¿Qué tipo de ciudadano se configura cuando las plataformas deciden por nosotros, anticipan nuestros deseos, y condicionan nuestras elecciones?

La pregunta por la subjetividad es aquí crucial, y, sin embargo, queda apenas esbozada. Si el conocimiento, la creación, incluso el juicio moral puede ser delegados a máquinas, ¿qué queda del sujeto ético, del ser capaz de decidir, de equivocarse, de construir su mundo? ¿Estamos preparados para defender ese espacio irrepetible de la experiencia humana frente a la eficiencia, la perfección técnica, la velocidad sin pausa de lo artificial?

Quizás, el punto más sensible que Artificial deja sin resolver del todo es la naturalización del proceso tecnológico. El libro parece asumir, aunque con matices, que el avance de la inteligencia artificial es un fenómeno inevitable, que debemos acompañar y entender. Pero la inevitabilidad es una idea peligrosa: desactiva la resistencia, anestesia la crítica, y transforma las decisiones políticas en meros ajustes técnicos. Lo artificial no debe ser visto como un destino, sino como una construcción histórica que puede y debe ser interrogada, regulada, y cuando sea necesario, limitada.

A pesar de estas ausencias, Sigman y Bilinkis logran recordarnos que la inteligencia artificial no es ajena a nosotros sino que es un espejo amplificado de nuestras aspiraciones, nuestras contradicciones y nuestros temores. La relación que establezcamos con ella definirá el contorno de las tecnologías futuras y moldeará también la idea de humanidad que queremos sostener.

El libro, en su tono sereno, nos exhorta a no renunciar a la responsabilidad de definirnos. El verdadero peligro radica deleguemos en ellas el acto de pensar. No está en que creen, sino en que perdamos el coraje de crear. No se trata de que nos superen, sino de que olvidemos la riqueza de nuestra imperfección, de la pausa que da sentido, del error como apertura a lo nuevo.

En esta era líquida, donde lo sólido parece diluirse antes de comprenderse, Artificial se ofrece como una pausa necesaria, una invitación a preguntarnos qué mundo queremos habitar y, sobre todo, qué tipo de humanos estamos dispuestos a seguir siendo.

 

Autores

Mariano Sigman y Santiago Bilinkis.

Editorial

Editorial Debate.

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Cómo citar esta publicación: Vigo, C. J. (2025). Reseña del libro: "Artificial: La nueva inteligencia y el contorno de lo humano", de Mariano Sigman y Santiago Bilinkis. Asociación Educar para el Desarrollo Humano. www.asociacioneducar.com/blog/resena-del-libro-artificial-la-nueva-inteligencia-y-el-contorno-de-lo-humano-de-mariano-sigman-y-santiago-bilinkis
https://orcid.org/0009-0002-5627-5444
Doctor en Educación por la Universidad Católica de Santa Fe y Posdoctorado en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Co-director del Doctorado en Educación y de la Revista en Educación Krínein en la Universidad Católica de Santa Fe. Rector del Instituto Superior Sanmartiniano en Posadas-Misiones. Sus investigaciones se relacionan con inteligencia emocional en la educación secundaria y superior, sociología de la educación, evaluación y gestión educativa.