El Caballo de Troya Digital: una metáfora actual para el mundo digital infantil
Hace más de tres mil años, los troyanos abrieron las puertas de su ciudad a lo que creían un regalo: un gran caballo de madera. Lo que no sabían era que dentro de esa figura monumental se escondían soldados enemigos, esperando la noche para atacar. La historia del Caballo de Troya se convirtió en una metáfora atemporal sobre los peligros que se ocultan detrás de lo aparentemente inofensivo que les toca vivir diariamente a nuestros hijos y alumnos cuando usan sus celulares.
Hoy, como educadora, mamá y observadora activa del mundo digital que habitan nuestros hijos y alumnos, no puedo evitar pensar en esa imagen cada vez que escucho hablar de los canales abiertos de WhatsApp. Lo que parece un espacio para compartir memes, noticias curiosas o retos virales es, muchas veces, una puerta silenciosa por donde ingresan contenidos inadecuados, confusos o emocionalmente disruptivos. A diferencia del antiguo caballo griego, este nuevo «regalo» entra directo a los bolsillos de nuestros hijos y estudiantes. Y muchas veces, lo dejamos pasar sin darnos cuenta.
El impacto del uso de dispositivos móviles en el desarrollo emocional de los niños
Diariamente veo en las noticias, en mi entorno y en charlas con colegas situaciones que me obligan a reflexionar: ¿qué lugar tiene hoy el celular en la infancia y adolescencia? ¿Cómo se transforma en mediador de vínculos, emociones, aprendizajes y también de peligros silenciosos?
WhatsApp, una de las aplicaciones más populares entre adultos, se ha vuelto también una de las más utilizadas por niños y adolescentes, pese a que sus términos de uso indican una edad mínima de 13 años. En países como Argentina o los miembros de la Unión Europea, la recomendación se eleva incluso a los 16 años. Sin embargo, miles de menores la usan a diario sin supervisión ni control parental.
Pero el problema no radica solo en tener WhatsApp. Una de las preocupaciones actuales se centra en una de sus funciones más recientes: los canales abiertos, espacios públicos donde cualquier usuario puede publicar contenido y sumar miles de seguidores sin contacto previo. Son espacios sin filtros, sin algoritmos que moderen lo que se comparte y lo más alarmante sin la mirada de un adulto mediando lo que allí se consume.
Desde mi trabajo con familias y docentes, escucho con frecuencia frases como “es solo un videíto”, “está en un grupo con sus amigos”, o “no se como funciona eso de los canales”. Y aunque todo eso puede ser cierto, también lo es que los mismos dispositivos que usamos para estar conectados pueden ser la vía por donde ingresan violencias invisibles. Los canales de WhatsApp suelen estar disfrazados con nombres simpáticos:
- Videos virales,
- Cosas curiosas,
- Humor extremo.
Pero al ingresar, los chicos pueden encontrar material explícito, sexualizado, violento, burlas hacia compañeros o chismes entre colegios, afectando su desarrollo emocional y cognitivo. Todo esto sin medir consecuencias reales ni comprender los impactos emocionales, sociales y legales.
Neurociencia y desarrollo infantil: por qué la supervisión es clave
La ciencia es clara en este punto. La corteza prefrontal, responsable de la toma de decisiones, la autorregulación y el juicio crítico, no termina de madurar hasta los 25 años (American Academy of Pediatrics, 2021). Es decir, nuestros hijos y alumnos no tienen aún las herramientas biológicas suficientes para filtrar lo que reciben, y menos aún para entenderlo en contexto. Además, investigaciones recientes de Common Sense Media (2023) revelan que el 62% de los adolescentes ha visto contenido perturbador en plataformas privadas o semiprivadas como WhatsApp, Telegram o Discord. Y el impacto es tangible:
- problemas de sueño,
- ansiedad,
- pérdida de concentración,
- comparación constante
- y baja autoestima que repercute directamente en el desempeño escolar.
La Academia Americana de Pediatría (AAP, 2020) recomienda evitar el uso de dispositivos móviles sin supervisión antes de los 12 años y postergar el uso de redes sociales hasta después de los 16 años, cuando el cerebro prefrontal, clave para la autorregulación y el juicio crítico está más desarrollado (Twenge, 2017). Sin embargo, el uso de WhatsApp, uso es común desde los 8 o 9. Esa brecha entre lo que se permite y lo que se practica genera consecuencias visibles: baja autoestima, alteraciones del sueño, mayor exposición a contenidos sexuales, discriminación y noticias falsas (Haidt, 2024).
La importancia del receso escolar para fortalecer vínculos afectivos
En Argentina, si bien aún no existe una ley específica que regule el uso de celulares en niños, muchos colegios adoptan políticas institucionales restrictivas prohibiendo su uso en el aula, y utilizándolo sólo para actividades pedagógicas o de gamificación promoviendo espacios de aprendizaje real y fomentando la socialización entre pares. Si bien esto contiene y fomenta el aprendizaje en los momentos que están dentro del colegio, lo preocupante es cómo utilizan el celular y para que lo utilizan en contextos diarios fuera del aula.
Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes
Frecuentemente, la entrega de un celular o la habilitación de una red social se perciben como decisiones privadas o familiares, pero lo cierto es que en Argentina existen leyes y resoluciones vigentes que nos llaman a la responsabilidad como adultos, educadores y como sociedad. La Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes sancionada en 2005, establece un marco normativo robusto que reconoce a niñas, niños y adolescentes como sujetos de derecho. Esta ley garantiza la protección frente a todo tipo de contenido que pueda afectar su
- bienestar físico,
- mental
- o emocional.
Entre estos derechos se incluyen:
- El derecho a la intimidad y privacidad, incluso en entornos digitales,
- la protección contra la sobreexposición en redes sociales,
- el resguardo frente al acceso a contenidos inadecuados o peligrosos para su desarrollo.
Esto se vincula directamente con el uso de aplicaciones como WhatsApp, TikTok, Instagram, YouTube y otras plataformas, que no sólo permiten compartir datos personales sino que exponen a los menores a algoritmos diseñados para captar su atención sin filtros adecuados de edad, contexto o madurez emocional. Otorgar acceso irrestricto a estas aplicaciones, sin acompañamiento ni mediación adulta, puede vulnerar los derechos fundamentales de los menores consagrados por esta ley.
Educar también es acompañar en lo digital: ¿Qué podemos hacer como adultos responsables?
El celular se convirtió en muchos hogares en una extensión emocional de los chicos:
- su refugio,
- su espejo,
- su entretenimiento
- y a veces, su única forma de validar su identidad.
Pero como adultos responsables, no podemos quedarnos cómodos en la zona de “todos lo hacen”. Necesitamos actuar con convicción y conciencia.
¿Qué podemos hacer como familia y escuela?
- Hablar con claridad, sin tabúes.
- Poner reglas digitales con sentido.
- Promover la empatía digital.
- Trabajar la alfabetización emocional y tecnológica desde edades tempranas.
- Ofrecer espacios de escucha y reparación en lugar de castigos vacíos.
Es importante destacar que no se trata de prohibir, sino de acompañar, estar presentes, mirar con ellos, preguntar sin juzgar, enseñar a detectar lo falso, lo tóxico, lo innecesario. Porque no basta con entregar un celular “para estar comunicados”. También debemos darles criterio, reglas, y sobre todo, una presencia emocional estable desde donde pueda sostenerse y poder confiar en nosotros si llegaran a necesitar ayuda.
Es fundamental trabajar en conjunto para mitigar los efectos negativos del uso excesivo de dispositivos móviles y redes sociales en los jóvenes. Al igual que el Caballo de Troya, estas tecnologías pueden parecer inofensivas o incluso beneficiosas, pero si no se manejan con precaución, pueden tener consecuencias perjudiciales para la salud mental y el desarrollo de las nuevas generaciones.
Conclusión
El celular es una herramienta poderosa. WhatsApp también lo es. Pero cuando sus funciones sobrepasan la capacidad de comprensión y regulación de un niño o un adolescente, deja de ser un canal de comunicación y se convierte en un Caballo de Troya emocional.
Abramos los ojos antes de abrir la puerta. Eduquemos con firmeza, empatía, reglas claras y cuidados. Porque cuidar el mundo digital es también cuidar el desarrollo integral de nuestros hijos y estudiantes.
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Referencias:
American Academy of Pediatrics. (2021). Media and Young Minds. Pediatrics, 138(5), e20162591. https://doi.org/10.1542/peds.2016-2591
Common Sense Media. (2023). The Common Sense Census: Media Use by Tweens and Teens. https://www.commonsensemedia.org/research
Haidt, J. (2024). La generación ansiosa: Cómo las redes sociales están perjudicando a nuestros hijos y qué podemos hacer al respecto. Editorial Planeta.
Twenge, J. M. (2017). iGen: Why today’s super-connected kids are growing up less rebellious, more tolerant, less happy–and completely unprepared for adulthood. Atria Books.
UNICEF. (2022). Digital Age: Children’s rights and the internet. https://www.unicef.org/globalinsight/reports/digital-age
WhatsApp. (2024). Terms of Service. https://www.whatsapp.com/legal/terms-of-service
Logatt Grabner, C. Y., & Parra Bolaños, N. (2025). Adicción a las redes sociales, marketing digital y diseño algorítmico: Un análisis multidimensional de un fenómeno global con implicancias en la salud mental. Lexenlace: Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Educación Comercial y Derecho, 2(2), 132-139. https://doi.org/10.63644/qyrtez96
Cómo citar esta publicación: Lorenzo, S. (2025). WhatsApp y Niños: Riesgos Ocultos y la Necesidad de Supervisión Parental. Asociación Educar para el Desarrollo Humano. www.asociacioneducar.com/blog/whatsapp-y-ninos-riesgos-ocultos-y-la-necesidad-de-supervision-parental/
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