Entrevistada: Belén Soba Rojo, ha ejercido como directora de Senior School y Curriculum Director en Florida Day School durante más de 20 años.

Entrevistador: Emanuel Moreira Merlo.

 

Transcripción

 

Emanuel: Bienvenida, Belén. Es un placer que estés acá compartiendo este espacio conmigo.

Belén: Gracias, Emanuel. Feliz de estar acá y feliz de seguir hablando de eso que nos apasiona, que es la educación.

Emanuel: Qué bueno. Tiraste el tema, ¿crees que hablemos sobre el liderazgo en la educación?

Belén: Dale. Hablar de liderazgo en educación es muy parecido a hablar de liderazgo en cualquier organización, pero también tiene sus particularidades. Cuando hablamos de liderar desde la perspectiva de la neurociencia, hablamos de cómo podemos movilizar a las personas para que afronten momentos difíciles, enfrenten desafíos y prosperen, es decir, que puedan dar lo mejor de sí. Acompañar ese proceso es tarea del líder educativo. En una institución educativa, ya sea un colegio o una universidad, el liderazgo se da en todos los planos: desde el director con los docentes, con las familias, con los alumnos, y también entre los mismos alumnos dentro del aula. A veces pensamos que liderar es solo en los aspectos formales, pero en una escuela se lidera en todos los lugares, y no quiero dejar de nombrar el liderazgo que ejercen los alumnos entre sí. Así que, gran tema para hablar y para seguir estudiando con toda la base de neurociencia que podemos aportar.

Emanuel: Buenísimo, Belén. Y en tu rol como directora, ¿cuáles son los problemas más frecuentes?

Belén: Los problemas son varios, porque en realidad un colegio es una caja de resonancia de lo que pasa en la sociedad. Tanto a nivel país como a nivel mundial, estamos enfrentando momentos de muchísimos cambios, con cierta incertidumbre y paradigmas que se rompen. Muchas veces, el rol del líder en una escuela es acompañar esas transiciones. Por eso, en este momento, lo más importante para ser un líder educativo es trabajar en el ser, trabajar lo intrapersonal, el autoconocimiento, para que con esa serenidad, templanza, conocimiento técnico y, sobre todo, con ese conocimiento humano, podamos apoyar a todas las personas de la comunidad educativa.

Emanuel: O sea, eso que mencionas son los pilares para un liderazgo efectivo.

Belén: Los pilares son varios, y hay algunos muy concretos. Quise empezar hablando de la dimensión humana, pero por supuesto, el liderazgo también tiene un rasgo técnico. Un líder educativo tiene que poder trabajar sobre la visión y misión de su comunidad, conocerla, compartirla y transmitirla. Eso es uno de los grandes pilares en lo educativo. Otro rol importante son los recursos, tanto humanos como económicos y pedagógicos, que son fundamentales para que la tarea de un colegio se pueda llevar a cabo. No podemos dejar afuera todo lo que tiene que ver con el currículum y la propuesta educativa: qué estamos revisando y qué queremos trabajar en esta escuela en particular. Por último, y no menos importante, está el pilar del clima organizacional. Podemos tener los mejores recursos y las mejores declaraciones sobre lo que representa la escuela, pero si el clima y la cultura organizacional no lo respaldan, esos documentos no serán más que palabras vacías. No será la experiencia de quienes asisten a esa institución educativa.

Emanuel: Perfecto, Belén. Sabés que investigué un poco, voy a ser sincero, y me enteré que en tu colegio no había algo que quizás los alumnos aman: el timbre del recreo. ¿Cómo tomaron esa decisión?

Belén: Esa es una decisión de hace muchos años, tomada por la directora general de la escuela, quien quiso traer una mirada novedosa. Me parece increíble que la conozcas. Es un ejemplo de lo que priorizamos en la escuela: el tiempo pedagógico sobre el tiempo cronológico. Es cierto que muchas veces la tarea del líder es compatibilizar ambas cosas. En particular, en una escuela secundaria, donde no hay un formato establecido de timbre, es complejo porque hay muchas personas que deben ponerse de acuerdo. Pero para otros niveles, como el de primaria, o para ciertos momentos dentro de la secundaria, eliminar el timbre es poner en primer plano las decisiones pedagógicas. Esta clase dura lo que necesita durar hasta que los aprendizajes sucedan, sin importar si pasaron 40 o 45 minutos. El ejemplo del no timbre es uno de los muchos que uno debe tomar cuando prioriza el aprendizaje sobre la forma. Te agradezco que lo traigas a colación porque es una de las muchas decisiones que se pueden tomar.

Emanuel: Te despertó un lindo recuerdo entonces.

Belén: Sí, y quiero sumar algo a esto. En los últimos años, en la secundaria donde estaba, teníamos timbre, pero para propiciar lo que mencionaba antes sobre el clima, cambiamos esos timbres horribles, esas chicharras estridentes que disparan la adrenalina, por un sonido más amigable, un «ding-dong». Estas son pequeñas decisiones que importan. Es verdad, era un indicador de tiempo, pero no algo que molestara. Era algo que habilitaba a los alumnos a la decisión de volver a clase. Es como un despertador amigable.

Emanuel: Entonces, es un recordatorio. ¿Qué sentís hoy en cuanto a la falta de planificación en las escuelas? ¿Crees que hay una falta de planificación?

Belén: Creo que, como dije antes, estamos viviendo tiempos muy turbulentos, no solo a nivel país, sino también a nivel región y mundial. Esto hace que muchas veces todos los actores de una comunidad educativa estemos en constante reacción. La planificación se cae cuando uno solo se dedica a reaccionar. Aquí creo que es responsabilidad del líder darse cuenta de que es importante tener un tiempo para dar respuestas, pero también un tiempo de contención para que las cosas sucedan. Generar entornos donde lo educativo pueda llevarse a cabo es esencial. Es necesario poder planificar, pero hay que ser flexible. Durante mucho tiempo, los colegios no daban lugar a que lo que estaba pasando en la sociedad ingresara a las aulas; era un ámbito encapsulado donde la gran prioridad era la planificación y lo externo no importaba. Hoy sabemos que no es así. Sabemos de la importancia de lo emocional para el aprendizaje, que lo emotivo y lo cognitivo son un binomio indisoluble, como lo plantea Joseph LeDoux. Entonces, si hablamos de la dimensión emocional, lo que planificamos debe estar presente, pero con flexibilidad. Lo importante es la realidad. Si no, no sos un buen líder; estás siendo un líder en papeles, pero no en lo que realmente sucede.

Emanuel: Buenísimo. Esto que mencionabas de que la escuela no sea un ambiente cerrado, tiene que ver también con la comunicación con los padres, ¿no?

Belén: Claro, lo educativo es un agente vivo. En los últimos años, particularmente durante el confinamiento por la pandemia de COVID-19, vimos que lo educativo es algo que permea en todos lados. Durante muchos años, la escuela era un mundo ajeno a las familias, que acompañaban a sus hijos hasta la puerta de la escuela, pero no ingresaban. Si lo hacían, era por la cooperadora o por los actos, pero no ingresaban al acto educativo. Las instituciones que pudieron continuar con el aprendizaje remoto abrieron las puertas de las aulas a las familias. Esto generó un cambio, y es impensado volver a la escuela que teníamos antes, donde la familia quedaba afuera. Hoy, el hecho educativo lo hacemos entre todos: los profesionales de la educación, los alumnos y su entorno. Además, hay otro actor que siempre quise propiciar mucho: todas las otras organizaciones que rodean a la escuela, el barrio, los vecinos, los comercios, los transportes. Tengo una amiga que está viviendo en Japón y tiene una hija de 10 años. Muchas veces me cuenta cosas que Gloria vive allá, y cuando me las cuenta, pienso: «Esto es una sociedad que acompaña la vida de la escuela». En nuestro país, por cuestiones de inseguridad y por los tiempos que tenemos, el colegio no es tan parte de la sociedad y la escuela. Ese es uno de los objetivos que me gustaría plantear para seguir trabajando con líderes. Además, está comprobado que el colegio nunca puede ser el único lugar donde los chicos aprenden. Esto quedó muy evidenciado durante el confinamiento. Los chicos aprenden en todos lados. No cerremos las aulas; abramos la experiencia de aprendizaje a todo.

Emanuel: Ahora que sabemos la importancia de la comunicación con los padres, ¿qué nos podés decir acerca de la importancia de la comunicación con los docentes?

Belén: Eso es el mayor desafío. Siempre digo que una de las grandes tareas de un líder en un colegio es transformar a los grupos en equipos, para que tengan una mirada compartida, objetivos compartidos y que compartan esa tarea. Lo primero que hay que hacer es trabajar esa comunicación. Quiero retomar algo que sé que han mencionado otros profesionales de Asociación Educar: debemos trabajar la dimensión emocional de todos los actores del colegio. Durante mucho tiempo, se trabajó la dimensión emocional de los niños y jóvenes, y se daba por sentado que los adultos, los profesionales, no necesitaban ese apoyo. Hoy, la tarea de un director, de un líder en cualquier rol formal que pueda ocupar en el colegio, es acompañar a esos docentes, que viven en la misma incertidumbre que todos. Tienen que sentirse contenidos para tomar decisiones. Es fundamental que una persona sienta que tiene una buena práctica reflexiva que le permita tomar decisiones para su aula, su programa o su propuesta con alumnos. El rol del líder educativo es armar equipos, no grupos.

Emanuel: Imagino que serán años de estudiar y de seguir conociendo todo. Entonces, me surge la pregunta: ¿Considerás que es importante la formación continua en el equipo de trabajo?

Belén: Es indispensable. Cuando uno establece esa formación continua, más allá de los aprendizajes técnicos, hay algo mucho más profundo: se empiezan a compartir valores. Cuando los docentes comparten esos valores, el hecho educativo se convierte en una realidad. Si no, solo está en los cuadritos de la escuela, como cuando se dice: «En esta escuela hacemos esto», pero después no se aplica en el aula. La formación continua tiene que estar pensada no solo para los aprendizajes técnicos específicos, como qué podemos hacer con la comprensión lectora o la didáctica de tal o cual área. Lo importante es crecer en los valores y compartir esos valores, para que la tarea de todos sea una.

Emanuel: ¿En qué te basás para incorporar docentes a tu equipo?

Belén: Primero quiero decir algo para ser justa: no era solo mi tarea. Éramos un equipo. Siempre fuimos un equipo. Es verdad que yo tenía el rol de directora, pero teníamos un equipo directivo donde nos sentábamos a ver qué estábamos necesitando en el equipo para tomar decisiones, y mirábamos todo. Sin duda, un perfil profesional y personal es importante. En las instituciones educativas donde tuve el orgullo y la oportunidad de ser directiva, siempre ambas cosas fueron importantes: la dimensión personal y la formación profesional. Siempre tratamos de equilibrar eso, pero sobre todo, el primer punto era sumar personas que tuvieran esas funciones ejecutivas que tanto me gusta desarrollar, porque, como decimos en Asociación Educar, son el verdadero currículum y el verdadero aprendizaje. Cuando una persona tiene un buen desarrollo de esas funciones ejecutivas, puede autoconocerse y autogestionarse. Eso es lo que se necesita en el hecho educativo: personas que puedan tomar decisiones y transmitir eso a los alumnos. Porque ya sabemos que los conocimientos de la disciplina tienen una caducidad cada vez mayor. Hay nuevas investigaciones, y lo que hoy creemos en ciencias o en humanidades puede revertirse. Pero esa formación en funciones cognitivas y ejecutivas es lo único que nos podemos llevar para la vida. Si pensamos en un chico que hoy, en el año 2023, está en la escuela, va a ser un profesional hasta el 2060. ¿Qué necesita esa persona? ¿Solo conocimiento? No, eso para mí es fundamental.

Emanuel: Volviendo un poco a tu rol como directora, ¿de qué forma evaluás el desempeño en tu escuela?

Belén: Evaluar el desempeño tiene muchos ámbitos. Por un lado, hay que evaluar el desempeño de los equipos de liderazgo, de los equipos docentes, el desempeño de los alumnos y de toda la comunidad educativa. Por eso creo que la mejor manera, desde el enfoque de la neuroeducación, es trabajar sobre la autoevaluación. Es fundamental que cada persona de la comunidad educativa desarrolle esa metacognición, que es una de las funciones ejecutivas, que le permite autoevaluarse. Es lo que se llevan para la vida. Esa autoevaluación tiene que tener momentos formales en un colegio. En el caso de los alumnos, es lo que uno más rápidamente asocia con la evaluación. Es importante trabajar con la idea de que la evaluación no viene de afuera, no es algo que te dice el docente, sino algo que cada alumno contrasta con los objetivos que se ha propuesto para ese momento de aprendizaje. En el caso de los equipos docentes y directivos, y la gestión general del colegio, también es tener una constante práctica de reflexión sobre la práctica. Uno no tiene que sorprenderse al final del año de que las cosas sucedieron o no por arte de magia, sino que debe haber un espacio constante para parar, observar, evaluar y decidir. El rol del líder no es solo accionar. El líder que solo acciona es un líder que se va a quemar muy pronto, especialmente en tiempos como los que estamos viviendo, donde el burnout está tan presente en la tarea de los directivos. El mayor valor de un líder educativo es poder compensar la evaluación con la acción, y para eso hay que ponerlo como parte de la agenda. Hay que tener reuniones, no solo para mirarnos a nosotros mismos, sino para ver cómo están saliendo las cosas. Hablar con los alumnos, con las familias, con el personal del colegio, más allá de los docentes, es clave. Yo siempre digo que cuando quería hablar realmente del clima de los alumnos, por supuesto que hablaba con los docentes y en el aula, pero después hablaba con la señora del kiosco, con la señora del buffet donde los chicos almorzaban, porque ellos también te dan cuenta de lo que pasa en el clima del recreo, de cómo se mueven los chicos cuando están más solos. Tener esa información nos permite, como líderes, tomar decisiones y actuar. Por eso siempre digo que hay que hacer ambas cosas.

Emanuel: Belén, muchísimas gracias por compartir tanto tu experiencia como tus conocimientos. Antes de que te retires, tengo acá para finalizar cinco cartas de emociones.

Belén: Okay, pensé que íbamos a jugar al truco.

Emanuel: No, no. Te voy a pedir que elijas una, y dependiendo de la emoción que te toque, vas a compartir algo sobre lo que venimos hablando. ¿Te parece?

Belén: Vale, bárbaro. Elijo una. A ver, me tocó… «Entusiasmado».

Emanuel: Entusiasmado, perfecto.

Belén: Creo que me describe, ¿no? Como decía recién, el gran aporte del líder es mantener el entusiasmo y contagiarlo. Estamos viviendo momentos donde la práctica de los docentes ha quedado muy interpelada. Siempre me sentí muy orgullosa de poder contagiar a los equipos de este entusiasmo, de saber que las cosas valen la pena, que cambiar vale la pena, que desafiar nuestra zona de seguridad también vale la pena, y que nos va a llevar a caminos donde vamos a seguir creciendo, compartiendo y formándonos mejor para poder darle a nuestros niños y jóvenes todo lo que se merecen. El entusiasmo es crucial para el líder.

Emanuel: Muchas gracias por tu tiempo.

Belén: Gracias a vos.

 
Cómo citar esta publicación:

Soba Rojo, B., y Moreira Merlo, E. (2024). Episodio 6: El papel que desempeña la escuela en este contexto. Aprende con AE - Asociación Educar para el Desarrollo Humano. https://asociacioneducar.com/podcast-episodio-6-el-papel-de-la-escuela-en-este-contexto/
Ex Directora de Senior School, Florida Day School. Tutora pedagógica en actualización académica, Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, área INFoD.