Aprovechando las fluctuaciones en la atención de los estudiantes para la mejora del aprendizaje en el aula

Imaginemos un estudiante mientras escucha una clase, virtual o presencial. Su mente comienza a navegar en diferentes pensamientos: planes de fin de semana, comida y redes sociales. Antes de que se dé cuenta, no tiene idea de lo que está hablando el profesor, ya que el foco de su atención cambió.

La atención es la puerta de acceso que va de la información al aprendizaje: es el conjunto de mecanismos que nuestro cerebro utiliza para seleccionar información, canalizarla, memorizarla y profundizarla.

La atención siempre está en alguna parte, nunca se apaga del todo. Podemos decir que es como un gran foco de luz sobre un escenario, que a veces enfoca unas cosas y, otras veces, otras. Nunca puede iluminar todo el escenario. Entonces, en lugar de preguntarnos si ese foco está encendido o apagado, nos debemos preguntar hacia dónde está enfocado en un determinado momento y cómo llegó a enfocar eso.

Mantener la atención durante largos períodos de tiempo es un gran desafío para los estudiantes porque la atención, por naturaleza, es dinámica y a menudo puede sufrir interferencia por factores externos e internos –Teoría de la Interferencia–. Además, se sabe que diversos factores como la fatiga, el hambre, el ruido y el estrés emocional reducen sustancialmente la capacidad de atención.

Pero, ¿y si un pequeño descanso en prestar atención al profesor fuese beneficioso para el proceso de aprendizaje?

En el trabajo que presentamos en esta ocasión, los autores estudian las formas de atención de los estudiantes que llevan a un mejor aprendizaje. Ellos organizan la atención en el aula en cuatro tipos (cuadrantes) a lo largo de dos dimensiones: externa/interna y relacionada/no relacionada con el tema de la clase (imagen adjunta). Este encuadre los ayuda a construir una teoría sobre por qué las estrategias de aprendizaje activo son herramientas de enseñanza efectivas y sobre cómo una actividad cerebral sincronizada de todos los estudiantes de la clase podría mejorar el aprendizaje.

La atención es esencial para el aprendizaje y la memoria, por lo que un entendimiento más profundo sobre las formas de atención en clase podría ayudarnos a mejorar ciertas técnicas de enseñanza. Así, la investigación de la ciencia cognitiva sobre la memoria y la atención sugiere que pasar diligentemente las diapositivas de la clase y releer el material una y otra vez la noche antes de un examen puede permitir recordar algo a corto plazo, pero no fomenta la memoria a largo plazo. En cambio, el procesamiento más profundo del material, la vinculación del material nuevo con el conocimiento previo y la recuperación activa de información de la memoria parecen ser más efectivos para el aprendizaje a largo plazo.

Por tanto, parecería que la atención externa al tema desarrollado en el aula sea necesaria, pero no suficiente para un aprendizaje efectivo. Si es así, tiene sentido equilibrar las técnicas pedagógicas que enfatizan la atención externa (diapositivas de conferencias, videos, etc.) con otras técnicas de atención interna.

De esta manera, las técnicas de aprendizaje activo que tratan de hacer a los estudiantes pensar, conectar nuevos conceptos o identificar internamente posibles confusiones, son quizás tan importantes para el aprendizaje como las anteriormente descritas.

Además, la atención interna sobre el tema puede brindarles a los estudiantes la oportunidad de practicar la metacognición, es decir, reflexionar sobre su propio pensamiento y aprendizaje.

¿Cuándo un estudiante mira fijamente a la nada en clase, está pensando en el material que el profesor está presentando? ¿Cómo sabemos si está prestando atención? Se estima que los cambios de la atención hacia pensamientos internos, conocidos como divagaciones mentales, ocurren hasta en un 60% de las horas de vigilia, lo que comprende una porción sustancial de nuestra experiencia consciente. La hipótesis de este trabajo es que algunas técnicas de enseñanza son más efectivas porque aprovechan estas fluctuaciones naturales en la atención de los estudiantes. Es decir, las fluctuaciones en la atención podrían ser más beneficiosas para el aprendizaje de lo que creemos.

Se sabe que la atención a cosas externas no relacionadas con el tema de una clase, que a menudo está fuera del control del estudiante, puede suceder hasta cuatro veces en un segundo y que es una capacidad que probablemente evolucionó para ayudarnos a estar alerta mientras mantenemos un enfoque constante y continuo. Por otro lado, así como un ruido puede hacer que variemos nuestra atención externamente, existen experiencias internas que también hacen desviar nuestra atención. Por ejemplo, en ocasiones ciertas preocupaciones o cavilaciones tienen prioridad sobre un determinado tema académico y nuestros cerebros están adaptados para dirigir el enfoque hacia esos pensamientos de alta prioridad.

Mientras que el formato de clase estándar ignora la inevitable atención fluctuante, las estrategias de aprendizaje activo contemplan la idea de que la atención cambia naturalmente, y que estas fluctuaciones pueden aprovecharse para optimizar el aprendizaje, por ejemplo, permitiéndoles a los estudiantes el tiempo para enfocarse externamente en la información presentada e internamente para considerar la nueva información más profundamente y conectarla con su conocimiento previo. Por tanto, ya que la atención es esencial para el aprendizaje y la memoria, un entendimiento más profundo sobre las formas de atención en clase nos ayudará a mejorar ciertas técnicas de enseñanza.

De este modo, existe amplia evidencia de que los métodos de enseñanza que influyen en el aprendizaje activo de los alumnos modulando su atención producen un aprendizaje superior comparado con los métodos tradicionales. Una posible razón es que los docentes, al hacer de “coaches cognitivos” durante el aprendizaje activo, crean oportunidades para explorar, confundirse y resolver, lo que directamente implica un mejor aprendizaje. Otra hipótesis es que estas estrategias de enseñanza llevan a fluctuaciones naturales en la atención. Es decir, que guían activamente al estudiante a “turnos de atención”.

Uno de los investigadores del trabajo, que recientemente recibió un cuantioso financiamiento para continuar investigando sobre la atención de los estudiantes, confirma que ciertas formas de atención interna (por ejemplo, hacer una pausa en una lección para permitirles a los estudiantes que piensen en silencio sobre un problema) son beneficiosas para el aprendizaje. “Pero depende de cómo se usen esos períodos de pensamiento”, dice. Por esa razón, plantea manipular experimentalmente la frecuencia y la duración de estos «períodos de pensamiento» y realizar mediciones como el seguimiento ocular y la actividad eléctrica del cerebro mediante electroencefalografía para medir la atención en el aula. Los primeros resultados de estas mediciones han revelado que el aprendizaje también puede maximizarse cuando la actividad cerebral de los estudiantes en la clase se “sincroniza” –ingreso a la zona–, es decir se activa de forma similar. Los autores proponen finalmente que alternar entre la atención interna y externa pueden ser la base de la sincronía cerebral entre los estudiantes.

Bibliografía:

  • Keller, A. S., Davidesco, I., & Tanner, K. D. (2020). Attention Matters: How Orchestrating Attention May Relate to Classroom Learning. CBE Life Sciences Education, 19(3), fe5. https://doi.org/10.1187/cbe.20-05-0106
Cómo citar esta publicación:

Sanz Blasco, S. (2022). Aprovechando las fluctuaciones en la atención de los estudiantes para la mejora del aprendizaje en el aula. Asociación Educar para el Desarrollo Humano. www.asociacioneducar.com/articulo-aprovechando-las-fluctuaciones-en-la-atencion-de-los-estudiantes-para-la-mejora-del-aprendizaje-en-el-aula
Investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Farmacológicas (ININFA) de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires. Realizó un posdoctorado en el Neuroscience and Aging Research Center del Instituto Sanford Burnham Prebys, en San Diego, California. Es Doctora en Fisiología por el Instituto de Biología y Genética Molecular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid. Además, es Licenciada en Ciencias Químicas, titulada en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valladolid. Ha sido autora y coautora de más de 20 publicaciones científicas en el campo de las enfermedades neurodegenerativas.