Asociación Educar

Aprender a través de la imitación no es recurso que sólo emplean los humanos, sino que también lo utilizan otros mamíferos, las aves y algunos insectos.

El estrés nos perjudica en varias áreas; actualmente sabemos que una de las habilidades afectadas es la cognitiva.

Cuando una mamá acaricia a su bebé, este percibe amor y un fuerte sentimiento de seguridad. Pero nuevas investigaciones presentan que además el efecto positivo llega mucho más lejos, hasta el punto de afectar el modo en que se expresan los genes.

Nuestro cerebro es en extremo competitivo y siempre busca el éxito cuando inicia una actividad.

El cerebro es muy social y por ello tiene la capacidad de empatizar con una situación que otra persona vive a partir de las neuronas en espejo.

Cuando ayudamos a otras personas, no sólo ellas se benefician, sino que nosotros también, ya que en nuestro cerebro las regiones de recompensa se ven sumamente activadas.

El cerebro lleva adelante determinadas actividades de forma automática, de modo de ahorra energía y emplearla en la adquisición de nuevos objetivos y saberes.

Los rostros sonrientes quedan almacenados en nuestra memoria de forma más duradera.

El estrés emocional genera que el rendimiento intelectual y procedimental decaiga de manera pronunciada.

Investigaciones científicas revelaron que alterar nuestro descanso nocturno nos priva de realizar un buen juicio de valor a la hora de tomar decisiones.