La bipolaridad y su presencia en poblaciones infantiles y adolescentes
La bipolaridad es un trastorno que comúnmente, en naciones en vías de desarrollo, se tiende a confundir en muchos casos con la esquizofrenia y se la asocia única y exclusivamente a mujeres adultas, sin embargo, esa forma de comprensión se corresponde con un sesgo cognitivo totalmente alejado de la realidad.
Para esta nota científica, nos hemos enfocado en un estudio realizado por la Dra. Janet Wozniak, investigadora por el Departamento de Psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, quien junto a sus colaboradores, exploran la fuerte presencia de bipolaridad en poblaciones infantiles, resultando en una investigación con hallazgos innovadores y contundentes en cuanto a evidencia, pues se hizo un estudio con grupos control y grupos experimentales de más de 7.000 sujetos de muestra en rangos de edad desde los 6 a 18 años para encontrar cuadros clínicos de bipolaridad en poblaciones infantiles.
Los niños con trastorno bipolar a menudo presentan un diagnóstico tardío o inexistente y un tratamiento inadecuado, lo que puede llevar a un empeoramiento de la evolución y a la resistencia al tratamiento en etapas posteriores de la vida.
Los estudios han demostrado que los adultos con trastorno bipolar a menudo pasan muchos años antes de recibir el tratamiento psiquiátrico adecuado, y la duración del primer tratamiento se asocia con la resistencia al tratamiento.
Es increíble que aún sigue existiendo debate sobre si existe o no, la bipolaridad en niños
El debate sobre los criterios diagnósticos, la grave escasez de psiquiatras de niños y adolescentes, la preocupación por los efectos secundarios de los medicamentos estabilizadores del ánimo y el estigma asociado con el diagnóstico psiquiátrico en niños interfieren en el diagnóstico preciso del trastorno bipolar en jóvenes.
Como posible contribución al tratamiento inadecuado con antidepresivos, la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V) incluyó el nuevo diagnóstico «trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo» (TDDA), incluido en los trastornos depresivos y caracterizado por irritabilidad crónica.
Si bien el TDDA ofrece un diagnóstico alternativo para niños con mal humor e irritabilidad, lamentablemente este diagnóstico puede confundir el manejo clínico. Un diagnóstico de DMDD aún requiere una evaluación clínica de la fuente de la irritabilidad, ya sea una forma de depresión que requiere tratamiento antidepresivo, así como un síntoma de trastorno del espectro bipolar que requiere estabilizadores del estado de ánimo y/o irritabilidad de otra fuente.
Lo que la estadística y la epidemiología nos dicen a ese respecto
El cambio de paradigma que condujo al aumento de los diagnósticos bipolares en niños comenzó con los hallazgos de la investigación de entrevistas estructuradas con el Kiddie Schedule for Affective Disorders and Schizophrenia (K-SADS), que identificó que una proporción significativa (16%, N=43) de los niños en un servicio ambulatorio de un centro médico académico cumplía los criterios de manía.
El trastorno depresivo mayor (TDM) se ha considerado durante mucho tiempo un diagnóstico válido en pediatría, que afecta a más del 10% de los niños y adolescentes en los Estados Unidos.
En 1980, el DSM-III indicó que los criterios para el trastorno bipolar de inicio pediátrico eran los mismos que los utilizados para los adultos. Sin embargo, a mediados de la década de 1990, solo una base de evidencia limitada abordaba el diagnóstico y el tratamiento del trastorno bipolar pediátrico.
Estudios epidemiológicos recientes sugieren una prevalencia de rango ponderado de los trastornos del espectro bipolar pediátrico del 2 al 4% en los Estados Unidos y en otros países Occidentales.
Prevalencia de la bipolaridad en niños
Las tasas generales parecen ser constantes a lo largo del tiempo e indican que, si bien la depresión afecta a un mayor número de niños, el trastorno bipolar afecta a una minoría considerable y estos niños requieren una intervención intensiva, lo que plantea un importante problema de salud pública.
Además, la evidencia respalda un efecto de cohorte que explica la edad de inicio más temprana y la mayor morbilidad del trastorno bipolar en Estados Unidos.
La evidencia convergente sobre la familiaridad, la respuesta al tratamiento y la evolución longitudinal de diferentes centros de investigación proporcionan evidencia contundente de la validez del inicio del trastorno bipolar en la edad pediátrica.
Sin embargo, algunos autores argumentan que el trastorno bipolar no se inicia en la edad pediátrica o que las tasas son extremadamente bajas, lo que es una contradicción, pues está más que demostrado que, la bipolaridad puede comenzar en la infancia o en la niñez sin ningún inconveniente o sin nada que haga imposible la aparición de tal cuadro clínico.
El diagnóstico diferencial del trastorno unipolar frente al trastorno bipolar, junto con la implementación del tratamiento óptimo, es un desafío crucial a lo largo del ciclo vital, especialmente en la juventud debido a:
- la presentación de los síntomas maníacos, que varían según el desarrollo,
- las altas tasas de estados mixtos y ciclos complejos,
- la frecuente presencia de depresión en niños con trastorno bipolar
- y la frecuente aparición de comorbilidades que pueden confundir hasta a los mayores expertos en psicología clínica.
Si bien es cierto que, el sobrediagnóstico del trastorno bipolar pediátrico ha sido una preocupación en algunos entornos, con la consiguiente prescripción inapropiada de estabilizadores del ánimo y el estigma asociado a un diagnóstico psiquiátrico grave, la falta de un diagnóstico y tratamiento adecuados en niños con trastorno bipolar evidencia un estigma hacia la psiquiatría que no se observa en ninguna otra rama de la medicina y que actualmente produce choques entre psiquiatras y algunos psicólogos de corte conductual.
Conclusiones
Se ha avanzado en la comprensión de la presentación específica del trastorno bipolar pediátrico, lo que puede facilitar el diagnóstico y el tratamiento tempranos con las intervenciones farmacológicas adecuadas.
Generalmente, es necesario abordar los síntomas más graves de manía y depresión con estabilizadores del ánimo, dada la gravedad de los síntomas y la preocupación por el desarrollo de resistencia al tratamiento con el retraso en el acceso al tratamiento adecuado.
Muchos antipsicóticos de segunda generación están aprobados por la FDA Estadounidense para el tratamiento del trastorno bipolar pediátrico y suelen ser de primera línea debido a su eficacia, pero los efectos secundarios metabólicos limitan su uso.
Finalmente, la morbilidad asociada a las altas tasas de comorbilidad en el trastorno bipolar pediátrico a menudo obligan al tratamiento de afecciones adicionales una vez estabilizadas la manía y la depresión, a pesar de la escasez de estudios que guíen esta farmacoterapia combinada.
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Referencia:
- Wozniak, J., O’Connor, H., Iorini, M., & Ambrose, A. J. H. (2025). Pediatric Bipolar Disorder: Challenges in Diagnosis and Treatment. Paediatric Drugs, 27(2), 125–142. https://doi.org/10.1007/s40272-024-00669-z
Cómo citar esta publicación: Parra Bolaños, N. (2025). Trastorno Bipolar en Niños: Avances y Desafíos en el Diagnóstico y Tratamiento. Asociación Educar para el Desarrollo Humano. www.asociacioneducar.com/blog/trastorno-bipolar-en-ninos-y-adolescentes-avances-y-desafios-en-el-diagnostico-y-tratamiento/
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