¿Qué le pasa a nuestro cuerpo cuando nos enojamos?

Descubre cómo manejar el enojo y mejorar tu bienestar emocional

En este artículo, profundizaremos en los efectos fisiológicos del enojo, una emoción que todos experimentamos. Descubre cómo nuestro cerebro y sistema nervioso responden ante esta emoción cotidiana.

 

El enojo y el sistema límbico

Para muchos autores, en el corazón de la experiencia del enojo se encuentra el sistema límbico, un conjunto de estructuras profundas en el cerebro que, en su conjunto, tendrán como finalidad -entre otras cosas- regular las emociones.

El “centro” del sistema límbico es la amígdala, un pequeño núcleo en forma de almendra que juega un papel crucial en la detección y procesamiento de las emociones, especialmente el miedo y la ira.

Cuando nos enfrentamos a una situación que percibimos como amenazante o injusta, la amígdala se activa y envía señales al hipotálamo, quien a su vez desencadenará una serie de respuestas fisiológicas.

 

Respuestas fisiológicas al enojo

Uno de los primeros cambios que ocurren en el cuerpo cuando nos enojamos es el aumento en la liberación de hormonas del estrés, como el cortisol y la adrenalina.

Estas hormonas preparan al cuerpo para la “acción” (la lucha o la huida), aumentando la frecuencia cardíaca, dilatando las vías respiratorias y movilizando la energía almacenada para una respuesta rápida.

Este «estado de alerta» es esencial para lidiar con situaciones potencialmente peligrosas.

 

Impacto en la presión arterial y visibles desde el exterior

El enojo también está asociado con cambios en la presión arterial. Cuando nos enojamos, las arterias se contraen, lo que conduce a un aumento en la misma.

Si bien este aumento puede ser útil en situaciones de peligro, la cronicidad del enojo puede ser perjudicial para la salud cardiovascular a largo plazo, produciendo un daño irreparable a nivel de los vasos sanguíneos.

La piel también es un indicador clave de la emoción del enojo. Las glándulas sudoríparas se activan, lo que puede resultar en sudoración y ruborización de la piel.

Estos cambios son el resultado de una respuesta de «lucha o huida» que se remonta a nuestros antepasados, cuando el enojo se limitaba a ser una respuesta puramente adaptativa para enfrentar amenazas.

 

Papel del sistema nervioso autónomo

El sistema nervioso autónomo, que regula las funciones involuntarias del cuerpo que describimos anteriormente desempeña un papel importante en la respuesta al enojo.

Se divide en dos ramas: el sistema simpático y el sistema parasimpático.

  1. El sistema simpático se activa durante el enojo, preparando al cuerpo para la acción;
  2. mientras que el sistema parasimpático ayuda a calmar y restaurar el equilibrio una vez que la amenaza ha pasado.

 

Efectos del enojo crónico

El enojo crónico o incontrolado puede tener efectos negativos en la salud a largo plazo.

El estrés prolongado debido al enojo puede contribuir a problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión, entre otras cosas.

Además, se ha descripto la relación entre el estrés crónico y el aumento directamente proporcionar con el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Alejándonos del plano orgánico, el enojo también puede tener efectos negativos en las relaciones interpersonales. Las respuestas impulsivas y agresivas a menudo pueden afectar a amigos y familiares, lo que lleva a conflictos y aislamiento social.

 

Conclusiones y recomendaciones

Entender lo que le sucede al cuerpo cuando nos enojamos es el primer paso para manejar esta emoción de manera efectiva y lo más acertadamente posible. A continuación, se presentan algunas estrategias que pueden ayudar a controlar el enojo:

  1. Reconocimiento y conciencia: Identificar cuándo te estás enojando y por qué es el primer paso para manejar esta emoción. La autoconciencia te permite tomar medidas para evitar respuestas impulsivas.
  2. Respiración y relajación: Practicar la respiración profunda y técnicas de relajación puede ayudar a calmar la respuesta del sistema nervioso simpático y reducir la presión arterial.
  3. Comunicación efectiva: Aprender a expresar tus sentimientos de manera asertiva en lugar de agresiva puede evitar conflictos innecesarios en las relaciones.
  4. Solución de problemas: En lugar de enfocarse en la fuente del enojo, trabajar en encontrar soluciones prácticas puede ayudar a reducir la intensidad de la emoción.
  5. Apoyo profesional: Si el enojo es un problema persistente que afecta significativamente tu vida, considera buscar la ayuda de un profesional de la salud mental, como un terapeuta o psicólogo.

En resumen, el enojo es una emoción compleja que desencadena una serie de cambios fisiológicos en el cuerpo.

Si bien esta respuesta es natural y a menudo útil en situaciones de amenaza, el enojo crónico o incontrolado puede tener efectos negativos en la salud mental y física.

Aprender a reconocer, comprender y manejar el enojo de manera efectiva es fundamental para mantener el bienestar emocional y físico.

 

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Cómo citar esta publicación: Banti, N. (2024). ¿Qué le pasa a nuestro cuerpo cuando nos enojamos? Asociación Educar para el Desarrollo Humano. www.asociacioneducar.com/que-le-pasa-a-nuestro-cuerpo-cuando-nos-enojamos

Médico, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad de Buenos Aires (UBA). Auxiliar Docente, Primera Cátedra de Anatomía, Departamento de Anatomía, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad de Buenos Aires (UBA).