Durante décadas muchos investigadores han sostenido que la alimentación afecta la química cerebral y el comportamiento humano; sin embargo, esto no se había comprobado.
La investigación científica actual revela que lo que fue sospechado años atrás hoy es una verdad evidente
Los estudios indican que se puede luchar contra muchos de los síntomas y signos de la senilidad o mejorar la memoria y otras funciones de nuestro cerebro solo con una adecuada selección de la calidad de los alimentos que ingerimos.
Por ejemplo, los aminoácidos son fundamentales como precursores de neurotransmisores que solo actúan cuando las neuronas que deben estimular poseen sus receptores específicos en condiciones de eficiencia. Esto depende de diversas reacciones enzimáticas que permiten la síntesis de más neurotransmisores, los cuales están directamente relacionados con la disponibilidad de micronutrientes, catalizadores, cofactores, oligoelementos y vitaminas.
Con los avances de la neurociencia y las implicancias, en términos de salud, de la extensión de la esperanza de vida, son cada vez más los especialistas que se están interesando en la relación que existe entre lo que se come, las funciones ejecutivas, el desempeño cognitivo y el estado de ánimo; es decir, sobre los efectos de la alimentación en el cerebro. Y la evidencia es cada vez más clara: hay mucho para hacer cada día con el objetivo de asegurar una mayor calidad de vida futura, por un tiempo más largo.
El cerebro humano puede formar neuronas nuevas a lo largo de la vida
Este proceso sucede en determinadas regiones cerebrales y, sin duda, la alimentación repercute en la neurogénesis: el ayuno, la reducción de calorías y de ciertos nutrientes -entre los que destacan los ácidos grasos, omega 3 y los poli fenoles- estimulan el aumento del número de células nerviosas. Por lo tanto, los hábitos alimentarios pueden favorecer el rendimiento cognitivo, caso de la memoria, a través de sus efectos beneficiosos en la neurogénesis.
La falta de buena alimentación impacta negativamente en el cerebro
Genera un alto grado de predisposición a la angustia, la depresión y el estrés, si se los compara con cerebros correctamente nutridos. Es decir, el comportamiento influye sobre la biología y, al revés, la biología influye sobre el comportamiento.
Investigadores australianos de la Facultad de Ciencias Médicas y del Departamento de Farmacología de la Universidad de Nueva Gales del Sur publicaron un artículo en «Brain, Behavior and Immunity”, en el cual se aseguraba que tan solo una semana después de alimentar a roedores con alimentos poco saludables, los científicos encontraron que los animales presentaban deterioro en la memoria. Curiosamente, lo mismo sucedía con las ratas cuya dieta era sana, pero bebían ocasionalmente agua azucarada (como si se tratara de refrescos). Asimismo, un análisis posterior mostró que los sujetos de estudio tenían inflamadas ciertas regiones cerebrales asociadas a la memoria espacial, como el hipocampo.
Del mismo modo que las comida de “mala calidad” provocan inflamación en el cuerpo, también producen cambios en el cerebro, y la velocidad en que se deteriora el cerebro a raíz de una mala dieta sorprende.
Al aumentar el colesterol plasmático (LDL) se incrementa el riesgo de enfermedades coronarias, que son una de las principales causas de la arteriosclerosis y, más allá de esas patologías, este tipo de alimentación conlleva al deterioro de la memoria, a la perdida de atención y a la disminución de la concentración.
El exceso de consumo de azúcares y grasas saturadas afecta el funcionamiento del cerebro
Esto se puede observar en los niños y adolescentes que, sumado al sedentarismo, se encuentran desganados y con falta de atención, factores que disminuyen su rendimiento académico.
Por estos motivos, se debe evitar a cualquier edad estos tipos de comidas, se debe hacer más actividad física y mantener una alimentación equilibrada y saludable. Sin embargo, si bien una buena nutrición es importante a cualquier edad, los estudios enfatizaron que las personas mayores que consumen comidas de “mala calidad” podrían tener un mayor riesgo de experimentar un declive mental.
La prevención de enfermedades neurodegenerativas
No es la única meta de los especialistas en alimentación y cerebro, también lo es la de problemas de orden psiquiátrico como la depresión. La principal causa de discapacidad en el mundo son las enfermedades mentales, advierte el Dr. Drew Ramsey -médico psiquiatra, profesor asistente clínico de la Universidad de Columbia en Nueva York y granjero en sus horas libres-. Asegura que desde hace una década existen estudios científicos muy serios que revelan que la gente que más se acerca a los patrones de la “dieta mediterránea” tiene una disminución del 40% en el riesgo de desarrollar depresión en el lapso de cuatro años y medio.
La razón detrás de los beneficios de la «dieta mediterránea»
Se trata simplemente de un régimen que incluye más nutrientes, permite aumentar la densidad de nutrientes por caloría y, además, al comer más vegetales, se cuenta con más fitonutrientes, que reducen la inflamación y ayudan a la producción de neurotransmisores.
Conclusión
Todos estos descubrimientos son los que llevan a considerar que la alimentación puede ser una verdadera medicina para el cerebro ya que, al igual que los fármacos, la comida tiene efectos secundarios positivos y negativos sobre el organismo. Por eso es importante preocuparse de lo que uno come de la misma manera en que uno se preocupa de no tomar cualquier remedio. Tanto los alimentos y los fármacos son químicos que pueden influenciar directa o indirectamente en el cerebro, sin distinción, y es importante recordarlo. Mucha gente come cualquier cosa, sin importarle las consecuencias, pero jamás pensarían en hacer lo mismo con los medicamentos que toman.
Por último, y solo como ejemplo, cito algunos alimentos que previenen el envejecimiento del cerebro:
- Arándanos
- Frutos secos
- Aguacate
- Tomates
- Semillas de chía
- Aceite de oliva
- Pescados
- Té verde
- Cacao
- Brócoli
- Plátano
- Yema de huevo
Estos alimentos y otros son muy útiles para mejorar la salud del cerebro, para conservarla y para evitar el envejecimiento precoz.
Por tanto, es importante incluirlos en la dieta, ya que una alimentación sana y equilibrada mantiene el cuerpo y el cerebro en buenas condiciones durante más tiempo.
Solo es cuestión de animarse a cambiar el estilo de vida, el cerebro estará agradecido.
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Cómo citar esta publicación: Labath, L. M. (2017). El Cerebro y las Comidas de “Mala Calidad”. Asociación Educar para el Desarrollo Humano. www.asociacioneducar.com/blog/el-cerebro-y-las-comidas-de-mala-calidad/
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