Tenemos un cerebro altamente social. Por esta razón, cuando observamos acciones bondadosas somos más propensos a que se despierte nuestro sentimiento altruista y deseemos ayudar a otras personas.
La moralidad es innata en el ser humano y existe algún sentido innato de lo que está bien y lo que está mal desde el primer momento: un “sentido moral” que responde a mecanismos cerebrales.