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Ante la exposición a situaciones muy traumáticas es frecuente observar huellas llamadas trastorno por estrés postraumático (TEPT). Hoy las neurociencias estudian la neurobiología de este trastorno y las diferentes estrategias de tratamiento que ayuden a superarlo.

Una de las emociones básicas y universales que manejamos los seres humanos es la ira. Ésta tiene como función principal estar al servicio de nuestra supervivencia, por lo que su presencia es normal. No obstante, cuando aparece con reiterada frecuencia en nuestra vida cotidiana, surgen problemas y por ello debemos entender cómo controlarla.

Disponemos de pocos segundos para, en función de las primeras sensaciones, decidir la conducta de afrontamiento ante cada evento de la vida.

Las últimas teorías, controvertidas, sugieren que quizás haya una base biológica para estos afanes obsesivos que causan estrés y ansiedad.

Aprender más de un idioma ejercita y mantiene en forma al cerebro, lo que puede ayudar a retrasar la aparición de enfermedades.

Hasta hace algunos años soñar despiertos era considerado por un nutrido grupo de especialistas como una pérdida de disciplina mental. Sin embargo, nuevas investigaciones muestran que los sueños diurnos tienen su cara productiva y se vinculan con la creatividad.

Las neurociencias han demostrado que este sentimiento puede influir sobre los sistemas neurofisiológicos e inmunes.

El origen de la libertad está en el cerebro. Sin embargo, ¿cómo decidimos libremente cuál es la respuesta que mejor le calza a una situación? Distintas áreas cerebrales son las encargadas de determinar cómo enfrentamos una situación con réplicas automáticas o reflexivas.

La envidia, como sentimiento de desear algo de otra persona, puede ser una reacción natural del ser humano.

Los abrazos no solo son una muestra de cariño entre las personas sino que, además, aportan muchos beneficios tanto físicos como psicológicos.