Alejandra Del Fabro nos invita a preguntarnos sobre las emociones y cómo estas intervienen en la cognición y, a su vez, de qué manera la cognición las modifica.
Autor: Prof. Belén Soba Rojo(1) | Prof. María Elina López Osornio(2)
A partir de su experiencia en el Florida Day School, Belén y María Elina nos invitan a reflexionar por qué en la escuela es necesario trabajar con aprendizajes profundos y con sentido.
Gabriela y Alejandra nos cuentan sobre el Taller de Educación Emocional y Social que existe dentro de la currícula del colegio secundario del Instituto River Plate y que tiene por objetivo principal la enseñanza de habilidades emocionales.
A partir de los numerosos estudios científicos que hoy en día están al alcance se puede vislumbrar que la música es una herramienta notable para utilizar en múltiples espacios educativos y asignaturas curriculares.
Para que los estudiantes deseen aprender, debemos atraerlos con ideas novedosas que favorezcan su apetito de ver qué contenidos se les ofrecerá. La clave está en el cerebro emocional, el cual puede fomentar las ganas de saber.
Más allá de cuál sea el plato principal (el tema) de su clase, es importante generar buenas guarniciones y complementos que acompañen o enriquezcan la idea central del día.
A partir de diferentes enfoques es posible estimular a los alumnos para que vean de una manera diferente sus lecturas o apuntes y jueguen con los contenidos, además de disfrutar del material o los temas de clase.
Si un docente logra que sus alumnos recuerden cuál fue el plato principal de la clase, estará en la dirección correcta porque el tema del día fue lo suficientemente significativo como quedarse anclado en la memoria.
El inicio de una clase (aperitivo) debe contar con la dosis justa de información. Si es muy sustancioso, se puede saturar a los alumnos con datos y llegarán a la lección del día (el plato principal) sin ánimos de “comer” más.