
Ilustración neurociencias: Sustancia blanca
Los tejidos nerviosos conocidos como sustancia blanca se definen básicamente como un conjunto de axones (prolongaciones neuronales) que tienen su origen en la neocorteza cerebral, en los núcleos o centros del telencéfalo, en la formación reticular y también en los núcleos basales. La sustancia blanca está conformada por axones que se diseminan de tres maneras diferentes: 1) Axones de trayectoria descendente, los cuales también son señalados en neuroanatomía como fibras nerviosas de proyección y en donde sus principales tareas consisten en la activación de áreas como la médula espinal, los núcleos basales, los núcleos del tallo cerebral y algunas regiones talámicas. 2) Axones de curso, formados fundamentalmente por fibras nerviosas de asociación que tienen la tarea de generar procesos integrativos con regiones corticales de ambos hemisferios (derecho e izquierdo), los fascículos, el cuerpo calloso, la comisura blanca anterior y demás fibras comisurales. 3) Axones de trayectoria ascendente que tienen su origen en estructuras de corte subcortical, dedicándose de manera primaria a generar información relacionada con la sensibilidad, la activación motora y la motivación.
Las ventajas evolutivas que le proveen a nuestra especie los tejidos que constituyen la sustancia blanca nos permiten producir aprendizajes asociativos. La sustancia blanca se correlaciona con la generación del aprendizaje y la memoria: de no ser por su actividad permanente no sería posible que nosotros como seres humanos pudiéramos contar con un complejo tan grande de sensaciones y emociones, las cuales tienen un estrecho vínculo con la sustancia antes mencionada.
Finalmente, el, tal vez, más importante aspecto de la sustancia blanca es que es un sistema integrativo, tal y como se mencionó más arriba. Ello conlleva una connotación profundamente relevante para cada uno de nosotros, ya que los procesos de integración no se refieren únicamente a los estímulos y a las respuestas, o lo que conocemos en neurociencia como input y output (señales de entrada y salida), sino que la integración hace alusión a que el cerebro debe generar, momento a momento, y en tiempo real, un evento funcional que cubra en un único hecho o acción, la conducta, la emoción, la cognición y la afectividad. De esta manera, hace de todas y cada una de nuestras respuestas un complejo entramado de conexiones entrelazadas, dando lugar a que no podamos reducir el cerebro a un simple órgano o maquinaria. Esto sería un craso error, debido a que el cerebro humano y su sustancia blanca responden de forma unitaria ante la permanente e inagotable cascada de estímulos provenientes del entorno, también conocidos como información.
Bibliografía:
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