
El cerebro y soñar despiertos
¿Cuántas veces le habrá sucedido estar en una clase prestando atención y de pronto sus pensamientos se “volaron” hasta centrarse en un contexto complemente diferente?
Este proceso de ensoñación que la mayoría de las personas ha vivido, llamado soñar despiertos, hasta hace algunos años era considerado por un nutrido grupo de especialistas como una pérdida de disciplina mental que, en casos patológicos, podía llevar a la psicosis.
Sin embargo, estudios efectuados en los últimos tiempos demostraron que estas distracciones por las cuales pasamos no sólo estimulan nuestra creatividad, sino que también posibilitan superar escenarios de crisis con mayor versatilidad.
De acuerdo con Jerome Singer, Profesor Emérito de Psicología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, el soñar despierto es un cambio de la atención de una actividad primaria a una secuencia de respuestas privadas, mientras que el doctor Michael Kane, del Departamento de Psicología de la Universidad de Carolina del Norte, en Greensboro, asegura que es cualquier pensamiento no relacionado con la tarea que se está haciendo.
Con el objetivo de dilucidar durante cuánto tiempo soñamos despiertos, una investigación liderada por Jennifer McVay -quien trabaja junto a Michael Kane en la Universidad de Carolina del Norte, en Greensboro-, realizada en un grupo de 72 personas durante una semana completa, determinó que divagamos en casi la tercera parte del tiempo que estamos despiertos.
¿Significa eso que somos muy distraídos e incapaces de mantener la concentración? Cualquier experto "inexperto" habría contestado que sí, y que proceder sistemáticamente de ese modo podría ser un síntoma de alteraciones mentales.
En cambio, los neurocientíficos apoyados en tecnologías de la imagen cuestionan semejantes tesis y sostienen que los sueños diurnos, los que aparecen de forma consciente, tienen su cara productiva y especialmente están vinculados con la creatividad y la resolución de conflictos.
El soñar despiertos se ha relacionado básicamente con la llamada red de default, descubierta, entre otros, por el neurólogo Marcus Raichle, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington. Ésta consiste en cuatro regiones cerebrales: la corteza prefrontal medial, la corteza cingulada posterior, la corteza parietal y el tálamo.
La corteza prefrontal medial, estructura vinculada con la memoria, puede ser el combustible para los sueños diurnos. Asimismo, la corteza cingulada posterior, con gran conectividad con otras regiones, coordina el sueño diurno. Por su parte, la corteza parietal establece rutinas, controla el espacio, el cuerpo y la atención. Por último, el tálamo funciona como un centro de distribución del cerebro.
Esta red se activa primordialmente cuando las personas están realizando actividades monótonas porque es cuando existen más posibilidades de soñar despiertos.
Es evidente que la red de default es casi diametralmente opuesta a la de control ejecutivo, reflejando cierta antinomia entre los dos sistemas, pero, sin duda, el cerebro despierto de manera continua alterna entre la atención en el mundo exterior y cierta atención destinada al lugar en donde gobiernan los sueños diurnos.
Otra prueba de la relación entre la red de default y la ensoñación aparece cuando hay daño en estas regiones cerebrales y se altera la capacidad de ensoñar, como lo demostró el profesor Peter Williamson de la Universidad de Western Ontario, en un estudio con personas esquizofrénicas, quienes suelen tener alteraciones de la corteza prefrontal medial.
Además, en aquellos que dan vueltas a los pensamientos una y otra vez (rumiación), como los depresivos, se ha visto que tienen alta activad en la red de default, y esto da pie para hablar de alteraciones cerebrales en aquellos sujetos que simplemente no pueden dejar de soñar despiertos.
También es cierto que existen muchas historias de personas que han solucionado los mayores problemas de su vida cuando no estaban pensando intensamente en ellos. Por ejemplo, dicen que el químico de origen alemán August Kekulé encontró la estructura del benceno al soñar con una serpiente mordiéndose la cola.
Al parecer una de las claves de la creatividad científica es dejar que la mente flote libremente para que pueda acceder a otras ideas que están bajo la superficie de la conciencia.
No sólo los científicos pueden aprovechar esto, sino también las personas de otras profesiones, como Orhan Pamuk, novelista turco ganador del Premio Nobel de Literatura 2006, quien admite que mucho de lo que ha escrito es resultado de su divagación.
La hipótesis del psicólogo Eric Klinger, de la Universidad de Minnesota Morris, es que soñar despiertos ayuda a la creatividad, pues al divagar recordamos metas sobre las que no se está trabajando en ese momento, pero para que realmente funcione es importante saber que uno está soñando despierto.
Por lo tanto, dejar que la mente flote durante una tarea medianamente complicada puede hacer accesibles otras ideas que no están fácilmente disponibles de manera consciente.
De alguna forma, podría decirse que hay dos cerebros, o mejor dicho, dos zonas corticales plenamente diferenciadas asociadas con la concentración.
Una de ellas, que podría definirse como red neural ejecutiva, es la que se activa claramente cuando alguien está concentrado en una actividad determinada, y la segunda red neural sería la opuesta, la que se enciende en el estado de mente errante.
Tradicionalmente, ambas redes se habían considerado contrapuestas, de modo que sólo cuando la ejecutiva estaba en reposo era posible activar la errante.
La primera sospecha de que no era así se evidenció también gracias a la tecnología de imagen cerebral. Su publicación en la revista Science dio categoría científica a una teoría que hasta entonces se sustentaba más en la teorización del saber popular y del conocimiento empírico que en pruebas fehacientes y, en los últimos años, una mejor comprensión sobre la conexión entre el cerebro ejecutivo y el cerebro errante ha abierto las puertas al planteamiento de nuevos paradigmas.
Las tareas típicas de este estado de ensoñación suelen ser introspectivas, no relacionadas con un estímulo exterior concreto, relativas al yo, visualización del futuro o recuerdo del pasado.
Al parecer, la red por default se altera en enfermedades como el Alzheimer, el autismo y la esquizofrenia. También existe una dificultad para entrar o salir de ella en edades avanzadas.
Pero del mismo modo que el sueño ha dejado de considerarse inútil y es objeto del máximo estudio, la red por default centra la atención de los investigadores y promete ofrecer una interesante perspectiva del funcionamiento del cerebro.
Uno de los aspectos más visibles es defendido por un sector creciente del mundo educativo, y aboga por aprovechar los beneficios de la divagación y de las ensoñaciones como método para fomentar el uso creativo de la mente. Los defensores de dichos postulados sostienen enfáticamente que los niños que se pasen horas frente a la pantalla de un televisor o de una computadora, con atención plena y cierto grado de concentración, obviamente, ven coartada la imaginación.
Acaso los sueños diurnos sólo sean tiempo perdido, una especie de distracción cerebral. O tal vez, como los sueños nocturnos, tengan una buena razón de ser en el armado de nuestra forma de pensar, descubrir o recordar.
Es justo decir que los hallazgos acerca de la importancia de la mente errante abren la puerta al diseño y el fomento de actividades cuyo objetivo es justamente asociar ideas aparentemente inconexas. Para el director de cine Luis Buñuel: "Soñar despiertos es tan impredecible, importante y poderoso como hacerlo dormido".
Bibliografía:
- McMillan, R. L., Kaufman, S. B., & Singer, J. L. (2013). Ode to positive constructive daydreaming. Front Psychol, 4:626. doi: 10.3389/fpsyg.2013.00626
- Baird, B., Smallwood, J., Mrazek, M. D., Kam, J. W., Franklin, M. S., & Schooler, J. W. (2012). Inspired by distraction: mind wandering facilitates creative incubation. Psychol Sci, 23(10):1117-22. doi: 10.1177/0956797612446024
- McVay, J. C., Kane, M. J., & Kwapil, T. R. (2009). Tracking the train of thought from the laboratory into everyday life: an experience-sampling study of mind wandering across controlled and ecological contexts. Psychon Bull Rev, 16(5):857-63. doi: 10.3758/PBR.16.5.857
- Raichle, M. E. (2006). Neuroscience: The brain's dark energy. Science, 314(5803):1249-50.
- Williamson, P. C., & Allman, J. M. (2012). A framework for interpreting functional networks in schizophrenia. Front Hum Neurosci, 6:184. doi: 10.3389/fnhum.2012.00184
- Klinger, E. (2009). Daydreaming and fantasizing: Thought flow and motivation. In K. D. Markman, W. M. P. Klein, & J. A. Suhr (Eds.), Handbook of imagination and mental simulation (pp. 225–239). New York: Psychology Press.
Imagen: Designed by Freepik | www.freepik.com