¿Realmente vivimos el presente o nuestro cerebro nos engaña?

El presente es pasado

Fecha 06 de Febrero de 2014

Artículo de uso libre, sólo se pide citar autor y fuente (Asociación Educar).


Vivir el presente está de moda. Líderes espirituales de todas las variantes, escritores, periodistas, científicos, educadores y gurúes de todo tipo y tamaño hablan o escriben artículos y libros sobre el tema que se venden de a miles y se convierten en best-sellers.

Esta tendencia no da lugar a la sorpresa, ya que evidentemente vivir el presente es la necesidad del momento y lo que de alguna forma u otra todos buscamos. A esta altura del partido todos tenemos más o menos establecido ―al menos a nivel intelectual― que aprender a vivir el presente tiene que ver, en alguna medida, con nuestro nivel de felicidad.

No hay nada más fuerte que conectarse con el presente. Todos los momentos intensos de nuestra vida tienen el sello de haber estado súper conectados con el momento en el que estamos situados. Y, de alguna forma, todos buscamos y somos adictos a este nivel de conexión. Algunos lo perciben al saltar al vacío mientras realizan algún tipo de deporte extremo, a otros les basta con oler una flor o contemplar un paisaje. Esa conexión total con lo que percibimos es lo que nos hace sentir que estamos vivos; más allá del cúmulo de neuroquímicos que circulan por nuestro cuerpo generando tal o cual estado emocional, está nuestra conciencia alegrándose de estar viva.

Pero vivir totalmente en el presente es biológicamente imposible. Usted quizás pensará: “¿Cómo dice este autor? o ¿Qué quiere explicar en esta nota? Aquí la respuesta: tenemos la ilusión de estar viviendo de modo consciente el presente, pero en realidad vamos siempre con retraso. El hecho es que nuestra conciencia (el hecho darnos cuenta de lo que nos pasa) demora unos 500 milisegundos (unos dos parpadeos del ojo) en enterarse de lo que percibimos a través de nuestros sentidos. Por eso, podemos decir que desde el punto de vista estrictamente científico lo que entendemos por presente es en realidad pasado cercano.

No hay nada por lo que alarmarse. Tampoco vamos a dejar que este hecho científico anule el valor del presente. Es simplemente una realidad descubierta por neurocientíficos que podemos observar con un poco de humor y picardía.

Permanentemente nuestra UCCMM (unidad cuerpo cerebro mente) está relevando el mundo exterior e interior traduciendo lo percibido (luz, sonido, vibraciones, temperatura, falta de azucares, etc. ) en el lenguaje del sistema nervioso: los impulsos electromagnéticos. De esta forma nuestras neuronas pueden “hablar” entre sí. Esta información es dirigida, evaluada y comparada en nuestro cerebro con la información que tenemos en nuestros bancos de memoria produciendo las respuestas que determinan nuestras reacciones y acciones.

Las reacciones instintivas y emocionales son súper veloces y se producen sin que nos demos cuenta (no hay conciencia), en unos 125 milisegundos (medio parpadeo) y se instalan en nuestro cuerpo. Por su parte, la corteza prefrontal tarda unos 500 milisegundos para conocer lo que ya está pasando y podamos tomar consciencia del hecho. Recién ahí podemos identificar tal o cual emoción y ponerle un nombre, transformándola en un sentimiento. Recién en ese momento entramos en el campo de la acción y salimos del de la reacción. Por ejemplo: te asustas con una sombra que vuela encima de vos, reaccionas agachándote y cubriéndote. Mientras tanto te das cuenta de que es sólo un papel que volaba en el viento (tomas conciencia de lo que sucede) y accionas conscientemente al respecto (te das cuenta de que no hay de que asustarse y continuas con lo que venias haciendo). ¡Así que en el mejor de los casos vienes con 125 milisegundos de retraso con respecto de lo que pasa! ¡Y con otros 500 para darte cuenta! Recuerda, por supuesto, que las cifras son siempre aproximadas.

Por suerte es realmente muy, muy poco el tiempo de retraso y esto nos pone a pensar lo maravillosamente adaptada que está nuestra UCCM (unidad cuerpo cerebro mente), ya que si el retraso fuera más grande sería caótico. De hecho tendríamos muchísimos más accidentes, reaccionaríamos y accionaríamos fuera de tiempo para todo y hablar sería cómicamente difícil. Algo parecido sucede cuando me habla mi esposa; le contesto, “sí”, pero con un algunos segundos de retraso… Ella dice que a veces “no me sube el agua al tanque”. Obviamente no coincido, ¡pero este es tema para otro artículo!

¿Intentaste alguna vez hablar en una fiesta con la música a todo volumen? Esto es lo que le pasa a nuestra mente cuando estamos estresados y llenos de pensamientos que nos preocupan. Es tanto el “ruido” que estos pensamientos generan que a nuestra conciencia le cuesta “escuchar” otras cosas. Y por eso nos “desconectamos” de nuestros seres queridos, de la naturaleza, de todo lo “otro” que está pasando. Dejamos de ver el cuadro completo de nuestra vida y empezamos a “caer” cada vez con más retraso (si es que caemos) en lo bueno de la vida porque nuestra conciencia se queda atascada en los laberintos de las preocupaciones, los enojos y los lamentos. ¡Hay que estar atentos porque los milisegundos de retraso se pueden hacer eternos! Si no usamos nuestra capacidad de observar y estar conscientes podemos terminar, sin darnos cuenta de nada, como condenados a reacciones automáticas, inconscientes y rutinarias.

Saber que inevitablemente percibimos el presente con una ínfima demora nos puede ayudar estar más alertas para que esa demora no se extienda. Para ver la magia del presente es importante no perderse en los laberintos de las preocupaciones y la negatividad. 

Gracias a la evolución, la naturaleza nos ha ido perfeccionando a tal punto que entre algo ocurre y nos damos cuenta prácticamente no hay demora. La enorme cantidad de datos que procesamos en un brevísimo lapso de tiempo deja mal parada a cualquier computadora. ¡Tenemos un hardware envidiable! Queda en nosotros qué tipo de nuevos programas queremos cargarle, cuantos virus mentales (creencias erróneas, desfasadas temporalmente, etc.) vamos a dejar que nos invadan y cada cuánto haremos las actualizaciones necesarias para adaptarnos al paso que marca los avances de la ciencia en todos los campos.


Imagen: www.fondosypantallas.com