La adolescencia es una etapa compleja, con manifestaciones que hoy podemos comprender mejor gracias a los avances de la neurociencia.

En busca de un nuevo equilibrio: neuroplasticidad

Fecha 04 de Febrero de 2014

Artículo de uso libre, sólo se pide citar autor y fuente (Asociación Educar).


La adolescencia es una etapa compleja, con manifestaciones que hoy podemos comprender mejor gracias a los avances de la neurociencia. Si bien esto parece ser una simplificación, se hace uso de una división funcional cuando se nombra al “cerebro emocional” y al “cerebro racional”, representados por el sistema límbico y la corteza cerebral, particularmente la del lóbulo frontal en su área prefrontal (o lóbulo prefrontal).

Alcanzar un equilibrio entre estas dos funciones cerebrales es una cuestión de tiempo… pero ¿de cuánto tiempo hablamos? Del que la adolescencia demande. La consecuencia de esta falta aparente de equilibrio nos permite entender los cambios de carácter, la agresión y cómo es la toma de decisiones en los adolescentes, aún sin medir las consecuencias a largo plazo. Porque esta capacidad, ligada a la planificación, está dada por las funciones ejecutivas, cuyo sustrato biológico se relaciona con el área prefrontal que, como veremos, culmina su maduración estructural y, por ende funcional, con la llegada de la edad adulta.

La plasticidad que reúne al conjunto de mecanismos subyacentes a la memoria y al aprendizaje en esta etapa de la vida es mediada principalmente por dos vías:

La poda neuronal: que es la pérdida de conexiones neurales o sinapsis necesarias para dejar atrás ciertos aprendizajes que fueron útiles en la niñez. Durante este proceso se seleccionan positivamente aquellas sinapsis ubicadas en circuitos o redes empleados con mayor frecuencia y que, de esta manera, son estabilizados y preservados.

Esta poda es lenta; se inicia una vez que se llega a un máximo de conexiones ―alrededor de los 2 años―, ya que un gran porcentaje de ellas son el resultado de la expresión genética. El ambiente es el encargado de definir cuáles enlaces sirven para adaptar el cerebro a un contexto particular al que está sujeto: “el medio es el verdadero agente de selección”, definió naturalista Charles Darwin. Tengamos presente que el medio no implica el ambiente físico solamente: para el hombre, el medio ambiente humano o antropogénico es el sociocultural; es el espacio en donde están “los otros”.

La pérdida que conlleva la poda es normal e indica que los mecanismos de plasticidad están modelando ese cerebro, haciéndolo único.

La otra vía es la mielinización del área prefrontal. Este proceso comienza en la quinta semana de gestación en la médula espinal, en el cerebro, a partir del noveno mes, y la última área en mielinizar, la prefrontal, marca el pasaje a la edad adulta.

El concepto de adolescencia ha sido definido en los textos de Biología como una etapa del desarrollo caracterizada por cambios morfológicos que se deben al sistema endócrino a través de sus mediadores: las hormonas sexuales. Desde una perspectiva neurobiológica esta definición se ve ampliada al tener en cuenta a la neuroplasticidad y, si incorporamos la visión de sistemas, debemos considerar cambios psiconeuroendócrinos.

El adolescente necesita transitar este camino para adaptarse a un mundo social nuevo, rico en estímulos, por medio de un cuerpo diferente y, fundamentalmente, con un cerebro distinto.