Si bien la primera infancia es una etapa crucial en el desarrollo vital del aprendizaje, las habilidades se conseguirán con el paso de los años y se volverán más eficaces en la adolescencia y adultez respondiendo justamente a este proceso de maduración gradual del sistema nervioso y del cerebro.

Neuromito #5: “Si los aprendizajes no ocurren durante ciertos períodos críticos, no pueden ocurrir nunca más”

Fecha 07 de Agosto de 2017

Si atendemos a que, por ejemplo, el 65% de la población en general cree que usamos sólo el 10% de nuestro cerebro y que el 49% de los maestros y/o profesores aplican en sus prácticas pedagógicas estrategias que provienen de neuromitos, la conversación entre la comunidad científica y educativa resulta sustancial para manejar información adecuada.

De este modo, llegamos al neuromito que hoy abordaremos, observando que aproximadamente un tercio de los profesores creen que existen períodos críticos en los cuales deben ocurrir ciertos tipos de aprendizajes.

Si bien es cierto que los niños son especialmente sensibles a incorporar información en determinados momentos, esto no implica que no puedan hacerlo a lo largo de sus vidas. Nuestro cerebro posee la capacidad de cambiar, lo que se denomina “plasticidad neuronal” o “neuroplasticidad”.

Neuromito 5: “El desarrollo sináptico establece ciertos períodos críticos en el aprendizaje; por lo tanto, si los aprendizajes no ocurren durante ciertos períodos críticos, no pueden ocurrir nunca más”.

Este mito se apoya en la evidencia de que la etapa que va desde 0 a los 3 años es un período sensible durante el cual ocurren la gran mayoría de los aprendizajes para que luego el desarrollo del cerebro se lentifique.

Esta idea genera ansiedad en los padres que la escuchan y, consecuentemente, se ven envueltos en una carrera contra reloj para proporcionar una gran cantidad de estimulación a los niños antes de que sus sinapsis se “detengan”. Entonces, el vértigo los impulsa a comprar compulsivamente productos para “estimular” los cerebros.

La realidad es que sí es certero el hecho de que hay etapas (principalmente durante los primeros años de vida) en las que somos más permeables a nuevos aprendizajes. Aun así, ni la investigación en desarrollo neurológico o las neurociencias apoyan la idea de que sólo la primera infancia pueda ser considerada como la única época especial de aprendizaje. Por el contrario, las investigaciones sugieren que el éxito de las intervenciones educativas dirigidas a mejorar el aprendizaje exigen de la atención sobre las necesidades y características específicas de los niños, así como también del tipo de intervención.

¿De dónde viene el mito?

Científicamente se pudo comprobar, a raíz de las investigaciones con animales, que en el proceso de proliferación de las sinapsis (llamado sinaptogénesis) la densidad sináptica de los primeros meses después del nacimiento es seguida de un proceso de “prunning” o poda. La sobredimensión del concepto hace que se crea que los procesos de plasticidad sinápticos funcionan o están activos sólo en niños y que, por lo tanto, existen períodos críticos y determinantes para aprender algún contenido, destreza o actitud.

El proceso sináptico es el procedimiento por el cual las conexiones neuronales ocurren en el cerebro, el cual tiene una gran plasticidad sináptica. Es decir, las sinapsis pueden cambiar su fuerza o actividad por sí solas o por algún otro estímulo del ambiente.

La desmitificación:

La evidencia indica que sí existen períodos sensibles, más no críticos. Si bien ocurre una poda sináptica durante los primeros cinco años de vida, no hay certeza científica que apoye la idea de que más sinapsis hacen a una persona más inteligente. Cada individuo puede aprender algo de manera más natural en una determinada etapa en su desarrollo, pero si no lo hace, podrá hacerlo en un futuro.

Un ejemplo de esto son los períodos sensibles en cuanto a la adquisición del lenguaje, ya que este mito ha generado la creencia de que un idioma debe aprenderse durante la infancia. Sin embargo, la realidad indica que una persona adulta podrá aprender un nuevo idioma sin ningún obstáculo.

Si bien el término “período crítico” podría resultar un tanto exagerado, no está tan lejos de la realidad. No obstante, sería conveniente llamarlos períodos “sensibles o receptivos”. El órgano cerebral se acomoda al medio a través de la neuroplasticidad que permite que aprenda (es decir, se creen nuevas redes neuronales y se fortalezcan o se debiliten las ya existentes) y se remodele con las experiencias que van ocurriendo durante toda la vida.

Además, se ha comprobado que los períodos sensitivos para el aprendizaje de habilidades cognitivas aún complejas siguen durante muchos años, como, por ejemplo, para aprender habilidades emocionales, sociales y morales (aunque en ciertas áreas no con la misma profundidad y/o facilidad).

Se ha descubierto que el cerebro humano sigue teniendo cierta plasticidad a lo largo de la vida, ya que la estructura y organización de las neuronas pueden cambiar físicamente, dependiendo de nuevas demandas del ambiente. Incluso en la edad adulta, el cerebro sigue adaptándose al entorno y transformándose para sobrevivir, algo que descarta la idea acerca de la pérdida de neuronas en la edad adulta.

También se reveló que las neuronas pueden regenerarse a lo largo de la vida del ser humano, ya que el cerebro cuenta con aproximadamente cien mil millones de células nerviosas y la mayoría son plásticas. Esto significa que la neurogénesis también se ha convertido en un mito, porque la creencia es que esto sólo sucede en recién nacidos, cuando la investigación científica descubrió que nuevas neuronas pueden nacer incluso en la vida adulta en algunas regiones del cerebro, como, por ejemplo, en el hipocampo.

Entonces, ¿qué acciones podríamos tomar como educadores?

Compartir información con estudiantes de nivel secundario y comunidad educativa para alentar, desde el marco referencial de los estudios del cerebro, la posibilidad y beneficios de seguir aprendiendo:

Uno de los estudios que contribuyó a este descubrimiento consistió en la comparación de diferentes escaneos cerebrales de tipo MRI estructurales realizado a choferes de taxi ingleses y a un grupo de control que no lo eran (Maguire et al, 2000). Este estudio muestra que el hipocampo posterior de los conductores era significativamente más grande que los del grupo de control y que había una correlación entre el volumen del hipocampo con la cantidad de tiempo que un chofer ejercía su profesión. Por ese y otros estudios, se concluyó que el hipocampo posterior almacena una representación espacial del ambiente y puede expandirse regionalmente para acomodar la elaboración de esta representación en gente con una alta dependencia de destrezas de navegación.

Otro trabajo aún más significativo consistió en agrupar personas que no eran músicas y se les pidió que practicaran un set de cinco dedos de ejercicio en el piano por dos horas diarias durante cinco días. Luego de transcurrido este tiempo, la parte cerebral responsable del movimiento de los dedos fue más grande y activa comparada con un grupo de control que no había hecho los ejercicios (Pascual-Leone et al, 1995).

Sin duda alguna la primera infancia es una etapa crucial en el desarrollo vital pues muchas de las habilidades las adquirimos o aprendemos en esos primeros años. Estos aprendizajes serán reafirmados con la práctica, mientras crecemos y nos desarrollamos. Algunos otros aprendizajes serán logrados con el pasar de los años y se volverán más eficaces en la adolescencia y adultez respondiendo justamente a este proceso de maduración gradual del sistema nervioso y del cerebro.


Referencias bibliográficas:

  • Howard-Jones, P. A. (2014). Neuroscience and education: myths and messages. Nature Reviews Neuroscience, 15(12), 817-824.
  • Lorber, J. (1980). “Is Your Brain Really Necessary?”. Science, 210(4475), 1232-1234. doi: 10.1126/science.7434023
  • Stufflebeam, R. (2008). Neurons, Synapses, Action Potentials, and Neurotransmission. National Science Foundation Grants. Recuperado de: http://www.mind.ilstu.edu/curriculum/neurons_intro/neurons_intro.php
  • Maguire, E. A., Gadian, D. G., Johnsrude, I. S., Good, C. D., Ashburner, J., Frackowiak, R. S., & Frith, C. D. (2000). Navigation-related structural change in the hippocampi of taxi drivers. Proc Natl Acad Sci U S A, 97(8), 4398-403.
  • Pascual-Leone, A., Nguyet, D., Cohen, L. G., Brasil-Neto, J. P., Cammarota, A., & Hallett, M. (1995). Modulation of muscle responses evoked by transcranial magnetic stimulation during the acquisition of new fine motor skills. J Neurophysiol, 74(3), 1037-45.
  • Campos, A. L. (2014). Palabras de apertura del III Congreso Mundial de Neuroeducación en Lima, Perú.

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