Nuestro cerebro tiene la capacidad de realizar más de una tarea a la vez. Sin embargo, para que el resultado no sea mediocre estas labores deben ser automáticas. Cuando el objetivo implica prestar atención selectiva y sostenida, debemos concentrarnos solamente en una actividad durante un determinado lapso.

Neuromito #4: El cerebro es multitarea (“multitasking”) en el momento de prestar atención en el aula

Fecha 25 de Julio de 2017

Conforme pasa el tiempo, surgen nuevos conocimientos y se puede observar que cada vez son más las instituciones que resaltan la importancia de la neuroeducación, haciendo especial hincapié en manejar información certera a la hora de aplicaciones áulicas.

De esta manera, llegamos al neuromito que hoy abordaremos: ¿es real que el cerebro es multitarea? Casi el 100% de la población considera que nuestro cerebro es capaz de realizar varias tareas a la vez, un concepto que también es conocido por el vocablo en inglés “multitasking”.

Por un lado, se podría decir que el cerebro es multitarea puesto que es el órgano que regula todas nuestras funciones vitales -el ritmo cardíaco y la homeostasis, por ejemplo- sin que sea necesario atender a estas cuestiones en particular porque ocurren fuera del nivel de nuestra consciencia. Tampoco requiere que tengamos que atender a cada paso para realizar aquellas tareas que han sido aprendidas y se han vuelto “automáticas”, como, por ejemplo, lavarnos los dientes. Nuestro cerebro es capaz de realizar ciertas acciones al mismo tiempo, usando diferentes estructuras simultáneamente.

Por otro lado, y para considerar atentamente, ocurre lo contrario con aquello que casi todas las personas creen: el cerebro no es multitarea a la hora de prestar atención selectiva y sostenida. Es decir, no puede llevar a cabo simultáneamente tareas que involucran las áreas cerebrales más evolucionadas (implicadas, por ejemplo, en contestar mensajes de texto conjuntamente con atender a una exposición oral). Cuando nos referimos a que para el cerebro no es posible prestar atención selectiva y sostenida, señalamos aquellas funciones que nos dan la capacidad de controlar los sucesos cognitivos e involucran resistencia a la distracción, inhibición de respuestas a los estímulos a favor de otros más relevantes. Como docentes, concentrarnos en que nuestros estudiantes puedan mantener la atención selectiva y sostenida es un desafío. Más aún, estas funciones se entrenan y desde la institución educativa deberíamos generar espacios enriquecidos para que los estudiantes aprendan a concentrarse.

Les presentamos ciertos ítems para que los docentes puedan tomarlos con el objetivo de enriquecer sus prácticas pedagógicas y, a su vez, los invitamos a compartir esta información con estudiantes de nivel medio: les será información valiosa no solo en esta instancia de su formación sino también en estudios superiores.

Entonces, ¿qué acciones podríamos tomar como educadores? 

Compartir información certera con estudiantes de nivel secundario y con la comunidad educativa para alentar, desde el marco referencial de los estudios del cerebro, la posibilidad y beneficios de seguir aprendiendo.

A continuación les ofrecemos 3 actividades áulicas para leer, informarse y compartir en clase, comentando, reflexionando y agregando una dosis de diversión al final.

1) Información

En la escuela, tanto educadores como estudiantes suelen decir que “el cerebro trabaja como una computadora”.

Para diferenciarnos de las máquinas, diremos, en primer lugar, que el cerebro nunca es el mismo y, por lo tanto, tiene historia y la reescribe todos los días. Por otro lado, en una computadora la memoria tiene un lugar asignado en el hardware, mientras que en el cerebro se almacenan muchos tipos de memorias, en muchos sitios a la vez y no siempre es posible tener acceso a ellas.

Ahora bien, el hecho de que el cerebro humano pueda realizar varios procesos a la vez no significa que los seres humanos seamos “multitarea” a la hora de prestar atención selectiva y sostenida. La atención selectiva y sostenida es aquella función requerida en el aula para que los estudiantes “atiendan” la tarea que se está realizando, evitando distracciones.

“Las estructuras que conforman el cerebro del Homo sapiens sapiens evolucionaron hace 160.000 años en la sabana africana con el fin de sobrevivir en el mundo natural”. Estos 139 caracteres nos permiten comprender más fácilmente porqué a tantos de nosotros se nos suele escuchar frecuentemente las frases “tengo problemas de memoria” o “a este alumno le está costando más concentrarse que antes”.

En la era del correo electrónico, los mensajes de texto, el WhatsApp, Instagram, Snapchat, Facebook y Twitter, pareciera que todos estamos obligados a hacer varias cosas a la vez. Pero esta multitarea constante le está costando al cerebro un precio muy alto. Este costo elevado no está vinculado con inconvenientes con la memoria sino con los problemas de atención. De hecho, sin atención es imposible formar memorias nuevas o evocar antiguas. Es por esto que nuestro afán por atender las demandas de la tecnología nos está volviendo menos eficientes con nuestras habilidades cognitivas.

Nuestros cerebros están más ocupados que nunca en la historia de la humanidad. Estamos “bombardeados” con hechos, pseudo-hechos y rumores: todos parecen ser información verdadera. El averiguar lo que se necesita retener y lo que se puede ignorar es agotador. Al mismo tiempo, todos estamos haciendo cada vez más actividades. Hace treinta años, había agentes de viajes que organizaban reservas, vendedores que nos ayudaban a encontrar lo que estábamos buscando en las tiendas, mecanógrafos o secretarias que ponían al día la correspondencia, etc. Hoy en día nosotros hacemos la mayoría de esas tareas. Hacemos los trabajos de 10 personas diferentes, mientras que intentamos mantenernos al día con nuestras vidas, nuestros hijos, padres, amigos, carreras y hobbies.

Para la mayoría de nosotros, los teléfonos inteligentes se han convertido en herramientas tipo Victorinox que incluyen un diccionario; calculadora; navegador web; correo electrónico; juegos; calendario; grabadora de voz; reproductor de música; pronosticador meteorológico; GPS; bloc de notas y linterna. Además, este dispositivo es el que nos permite ver, 24 horas al día, las actualizaciones de Twitter y Facebook. Los usamos todo el tiempo, como parte de una obsesión del siglo XXI, para publicar todo lo que hacemos, utilizando tiempo que –quizás– debería ser destinado al descanso, al esparcimiento o a socializar. Enviamos un mensaje mientras caminamos por la calle; nos ponemos al día con el correo electrónico mientras estamos de pie en una cola y, mientras almorzamos con amigos, comprobamos furtivamente que hacen nuestros otros amigos que se encuentran en cualquier otro lugar.

Pero hay una mosca en la sopa. Aunque pensamos que estamos haciendo varias cosas a la vez (somos multitarea) esta es una ilusión poderosa y diabólica. Earl Miller, neurocientífico del MIT (Massachusetts Institute of Technology) y uno de los expertos mundiales en atención dividida, dice que nuestros cerebros “no están cableados para realizar múltiples tareas correctamente”. Cuando una persona piensa que es multitarea, en realidad está cambiando de una tarea a otra muy rápidamente. Y cada vez que lo hace, hay un costo cognitivo. Aunque pensamos que estamos haciendo mucho, irónicamente, la multitarea nos hace demostrablemente menos eficientes. El “multitasking” en realidad se llama “asignaciones alternas” ya que lo que sucede en el cerebro es que cambia su concentración de la primera actividad a la segunda, para luego regresar a la primera.

Se ha descubierto que las asignaciones alternas (llamadas muchas veces multitarea) aumentan la producción de la hormona del estrés cortisol; también de la adrenalina, neurohormona de lucha o de huida, que puede sobreestimular el cerebro y causar ciertas confusiones en nuestra mente. La multitarea crea un lazo de retroalimentación con la adicción a la dopamina, premiando eficazmente al cerebro para perder el foco y para buscar constantemente la estimulación externa. Para empeorar las cosas, la corteza prefrontal prefiere un sesgo de novedad, lo que significa que su atención puede ser fácilmente secuestrada por algo nuevo, como los objetos brillantes y llamativos que utilizamos para atraer a los bebés, cachorros y gatitos. La ironía aquí para aquellos que creen estar centrándose en varias actividades que requieren atención es clara: es la misma la región del cerebro en la que tenemos que confiar para permanecer en esa tarea y se distrae fácilmente. Respondemos al teléfono, buscamos algo en Internet, revisamos nuestro correo electrónico, enviamos un WhatsApp, y cada una de estas acciones modifica los centros de búsqueda de novedad y recompensa del cerebro, causando una explosión de opioides endógenos (por ese motivo se siente tan bueno): todo en detrimento de nuestra permanencia en la actividad.

Russ Poldrack, neurocientífico en Stanford, descubrió que la información producto de aprendizajes mientras estamos realizando tareas múltiples forma memorias que se alojan en la parte “equivocada” del cerebro. Si los alumnos estudian y ven televisión al mismo tiempo, por ejemplo, la información de su tarea escolar entra en el estriado, región especializada en almacenar nuevos procedimientos y habilidades, no hechos e ideas. Sin la distracción de la televisión, la información entra en el hipocampo, donde se organiza y categoriza en una variedad de formas, por lo que es más fácil de recuperar o evocar. Por otro lado, Earl Miller agrega: "La gente no puede hacer varias tareas muy bien, y cuando dicen que pueden, se están engañando a sí mismos". Y resulta que el cerebro es muy bueno en este negocio engañoso.

Además de los altísimos costos metabólicos, pedirle al cerebro que desplace la atención de una actividad a otra produce que la corteza prefrontal y el cuerpo estriado quemen glucosa oxigenada, el mismo combustible que necesitan para mantenerse en la tarea. A su vez, el rápido y continuo cambio que hacemos con la multitarea provoca que el cerebro queme combustible tan rápidamente que nos sentimos exhaustos y desorientados después de un corto tiempo. Literalmente, hemos agotado los nutrientes en nuestro cerebro. Esto lleva a otras consecuencias tanto en rendimiento cognitivo como físico. Entre otras, el cambio de tareas repetidas produce ansiedad, lo que eleva los niveles de la hormona del estrés, cortisol, en el cerebro, que a su vez puede derivar en comportamiento agresivo e impulsivo. Por el contrario, permanecer en la tarea, atendiendo a lo que se está haciendo y no a otro estímulo, es una función controlada por el cíngulo anterior y el estriado, y una vez que nos implicamos con el modo ejecutivo central, el hecho de permanecer en ese estado hace que el cerebro utilice menos energía que cuando se encuentra saltando de una tarea a la otra y reduce la necesidad de glucosa del cerebro.

Como si esto fuese poco, muchos de los focos de atención a los que estamos atendiendo cuando estamos en “modo multitarea” requieren de la toma de decisiones: ¿Respondo este mensaje o lo ignoro? ¿Cómo lo respondo? ¿Cómo puedo archivar este correo electrónico? ¿Puedo continuar en lo que estoy trabajando o me tomo un descanso? Resulta que la toma de decisiones también es muy difícil para los recursos neuronales y que pequeñas decisiones parecen tomar tanta energía como las grandes. Al perder energía y estar sobrecargados, una de las primeras habilidades que perdemos es el control de los impulsos. Esto rápidamente se convierte en un estado de agotamiento en el que, después de tomar muchas decisiones insignificantes, podemos acabar tomando decisiones realmente malas sobre algo importante.

Las personas que pueblan las aulas de nivel medio consideran Facebook la red social de la generación anterior. Para ellos, enviar mensajes de texto, WhatsApp, se ha convertido en el principal modo de comunicación. Ofrece la privacidad que no se tiene con llamadas telefónicas y la inmediatez que no brinda el correo electrónico. Pero los mensajes de texto, a diferencia de la mayoría de los correos electrónicos, hacen que haya que enfrentarse a algunos problemas. Debido a que es limitado en caracteres, desalienta la discusión pensativa o cualquier nivel de detalle. Y los problemas adictivos se agravan por la hiperinmediatez de los mensajes de texto. A diferencia de los correos electrónicos, los mensajes de WhatsApp aparecen sin pedir permiso en la pantalla del teléfono y percibimos que “demandan” atención inmediata. Si a esto le añadimos la expectativa social de que un texto sin respuesta se interprete insultante para el remitente, nos encontramos con la receta para la adicción: reciba un WhatsApp y se activarán los centros de novedad. Respondemos y nos sentimos recompensados por haber completado una tarea (aunque esa tarea fuese completamente desconocida para nosotros 15 segundos antes). Cada una de las respuestas ofrece una inyección de dopamina mientras su sistema límbico grita "¡Más! ¡Más! ¡Dame más!".

El famoso experimento de Olds y Milner reveló cuál es la región del cerebro relacionada con el placer. Milner y Olds colocaron un pequeño electrodo en cerebros de ratas, en una pequeña estructura del sistema límbico llamado el núcleo accumbens. Hoy sabemos que esta estructura regula la producción de dopamina y es la región que "se ilumina" cuando los jugadores ganan una apuesta o los drogadictos toman cocaína (Olds y Milner lo llamaron el centro de placer). Una palanca en la jaula hacía que se les enviase a las ratas una pequeña señal eléctrica directamente a su núcleo accumbens. Esto les gustó tanto que no hacían más que ir en búsqueda del estímulo eléctrico, y se olvidaron de comer y de dormir. Mucho después, ignoraron la comida sabrosa si es que la opción era el manjar o la oportunidad de presionar esa pequeña barra de cromo; incluso ignoraron la oportunidad de tener sexo. Las ratas sólo presionaban la palanca una y otra vez hasta que murieron de hambre y agotamiento.

Cada vez que enviamos un mensaje, de una manera u otra, sentimos una sensación de logro y nuestro cerebro recibe una gran cantidad de hormonas de recompensa diciéndonos que hemos logrado algo. Cada vez que revisamos un feed de Twitter o una actualización de Facebook, nos encontramos con algo nuevo y nos sentimos más conectados socialmente (en una especie de manera cibernética extraña e impersonal) y recibimos otra cantidad de hormonas de recompensa. Pero recordemos, es la parte muda del cerebro que conduce el sistema límbico que induce esta sensación de placer, no la planificación, la programación, los centros de pensamiento de nivel superior en la corteza prefrontal. Dice el Dr. Levitin, “la comprobación del correo electrónico, Facebook y Twitter constituye una adicción neural.”.

2) Disparadores para la reflexión con el grupo

a) ¿Por qué el cerebro no funciona como si fuese una computadora?
b) El cerebro humano puede realizar varias tareas a la vez, ¿Cuáles? Describir las tareas que, cotidianamente, realizamos simultáneamente.
c) Hay ciertas funciones que el cerebro no puede realizar a la vez, ¿Cuáles? Pensemos en las tareas que, cotidianamente, le pedimos al cerebro que realice y que hacen que nuestra atención deba saltar de un foco de atención a otro. ¿Cuáles serían las estrategias que podríamos usar, cuestiones a tener en cuenta, para eliminar estos distractores que nos permitan trabajar efectiva y eficazmente?
d) ¿Qué costo tiene para nuestro cerebro forzarlo a cambiar el foco de atención permanentemente? ¿Qué consecuencias acarrea?
e) ¿Por qué es “adictiva” la respuesta permanente a mensajes de WhatsApp / Twitter? ¿Qué hormona produce? ¿Cómo afecta esa hormona a nuestro cerebro?
f) De acuerdo a lo que se desprende de la información leída, ¿cuál sería el inconveniente de estudiar con el televisor prendido? Si sos de los estudiantes que necesitan “aislarse con la tele” a favor de concentrarse mejor, ¿qué otra fuente sonora sería más positiva para que puedas estudiar más eficientemente?
g) ¿Cómo podríamos ahorrar combustible para no cansarnos de más mientras estudiamos?

3) Conectando con aquello que nos gusta y divierte

El Dr. Levitin, neurocientífico de referencia de información de este artículo, aparece en “El foco de la atención”, temporada 8, episodio 5 de “The Big Bang Theory”. Los productores del programa lo invitaron a una presentación especial y se lo puede ver en la primera escena sentado en la cafetería Caltech detrás de Sheldon.

A modo de conclusión:

Si bien tanto educadores como estudiantes están presionados a cumplir objetivos curriculares constantemente, es importante tomar en cuenta los descubrimientos acerca del cerebro y su capacidad de realizar múltiples actividades de manera simultánea, es decir realizar asignaciones alternas, conocidas en inglés como “multitasking”. El autor David Sousa expresa que el cerebro puede concentrarse solamente en una actividad en un determinado tiempo. Es decir, la palabra “multitasking”, en realidad, se llama “asignaciones alternas” ya que lo que sucede en el cerebro es que este cambia su concentración de la primera actividad a la segunda, para luego regresar a la primera. Esto tiene grandes implicaciones en el aula, ya que el cambio atencional que realiza el cerebro cuando cambia de una actividad a otra pasa por un proceso de gran esfuerzo, en el que se pierde información presente en la memoria de trabajo sobre la primera actividad. Por esta razón, una persona termina realizando dos tareas de manera mediocre y no una que llegue a cumplir los objetivos establecidos de la mejor manera. En el aula de clases, si bien se necesitan de varias estrategias para mantener la atención y motivación de los estudiantes, no se debe cambiar a una segunda actividad hasta haber terminado con la primera.


Referencias bibliográficas:

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  • Levitin D. J. (2015). Why the modern world is bad for your brain. The Guardian. Recuperado de: https://www.theguardian.com/science/2015/jan/18/modern-world-bad-for-brain-daniel-j-levitin-organized-mind-information-overload
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  • Sousa, D. (2011). Mind, Brain and Education: The Impact of Educational Neuroscience on the Science of Teaching. LEARNing Landscapes, 5(1).

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