Nuestro lenguaje corporal y gestual podría influir positivamente o negativamente en los otros más de lo que creemos.

Una sonrisa nos resulta atractiva, aunque no sea sincera

Fecha 04 de Febrero de 2014

Artículo de uso libre, sólo se pide citar autor y fuente (Asociación Educar).


Los seres humanos nos comunicamos no solo con palabras, sino también a través de nuestro lenguaje corporal y gestual. Podemos leer en los rostros de los otros, sus emociones y estados de ánimo, saber si están enojados, alegres, tristes, o sorprendidos. Sin embargo existe una expresión que nos puede hacer confundir cuando la vemos.

Esta expresión es la sonrisa ya que cuando alguien la manifiesta, nos lleva a interpretar que la persona que tenemos enfrente esta alegre o feliz, no obstante todos sabemos que cada vez que dibujamos una sonrisa en nuestro rostro, no siempre se debe a que estemos alegres. En algunos casos, la sonrisa solo refleja cortesía y en otras situaciones permite ocultar timidez o sentimientos negativos.

A grandes rasgos se puede decir, que existen dos tipos de sonrisas, la sonrisa social y la verdadera.

Un grupo de científicos, liderados por David Guerrero, investigador de la Universidad de La Laguna, crearon caras con bocas sonrientes, en algunas, los ojos también expresaban emociones alegres, y en otros mostraban otras emociones que no coincidían con las bocas.

El objetivo del trabajo era descubrir hasta qué punto una sonrisa limita el reconocimiento de expresiones ambiguas, ya que con solo ver una, muchas veces, se considera que una persona está alegre.

A los participantes del estudio se les pidió distintas tareas, en una de ellas solo debían percibir la expresión de los rostros, en este caso la influencia que ejercía la sonrisa era muy alta, hasta el punto de que no detectaban cuando eran ambiguas (boca alegre y ojos no alegres) y cuando eran genuinas (boca y ojos alegres).

En cambio cuando tenían que reconocer si las expresiones eran de alegría, tristeza, enojo u otra emoción, esto cambiaba y si bien la sonrisa seguía influyendo en la percepción era en un 40% menor que en la anterior, pero el porcentaje bajaba notablemente cuando debían valorar si la expresión facial era positiva o negativa. En sus investigaciones los profesionales pudieron ver a través de la observación de movimientos oculares que la mirada cae casi siempre primero en el área de la boca. 

Estas diferencias, se deben a la rapidez con la cual el cerebro percibe la expresión de alegría y, por ende, la sonrisa atrapa la atención del mismo, haciendo que los demás gestos sean dejados de lado. Por ello puede llevar a una categorización incorrecta. La velocidad con que el cerebro capta la sonrisa se debe a que para nuestros antepasados era sumamente importante detectar los amigos y acercarse a estos, ya que nuestro instinto gregario o sea el vivir en grupos, garantizo nuestra supervivencia.

En otro estudio comprobaron que las personas con ansiedad social tendían a confundir menos las expresiones ambiguas con expresiones genuinas de alegría.

Tan importante son los rostros para nuestra especie que contamos con áreas especializadas para la lectura de los mismos.

Volviendo a la sonrisa social y la verdadera, la primera parte del cerebro consciente y se la puede provocar a voluntad, en cambio la sonrisa espontánea surge del cerebro inconsciente y es totalmente automática, se la llama sonrisa de Duchenne, en honor al especialista francés que la identifico por primera vez. 

En la sonrisa de Duchenne, se elevan las mejillas y se contrae un número de pequeños músculos que se encuentran rodeando la cavidad orbital del ojo, lo que produce las conocidas “patas de gallo”, algo que rara vez se consigue con la sonrisa social. 

Richard Davinson y Paul Ekman dos especialista en el estudio de las emociones, descubrieron en una de sus investigaciones que la contracción voluntaria del músculo orbital, producía una importante actividad en el giro frontal medio, un área que, según los investigadores, es uno de los asientos de las emociones positivas.

Cuando esta zona se activa, la persona manifiesta signos evidentes de sentimientos de entusiasmo, optimismo y alegría.

Si bien la sonrisa puede engañarnos, sin lugar a dudas la usamos socialmente porque siempre genera en quien la recibe un estado de bienestar y seguridad. Asimismo, si sumamos la contracción del músculo orbital y dejamos de temerle a las patas de gallo, podemos generar bienestar también para nosotros.

Aunque el ideal es generar en cada día de nuestra vida contextos y espacios, donde la sonrisa sincera se manifieste naturalmente.

Un modo de hacerlo es recordando que a través de las neuronas en espejo, contagiamos emociones y que nuestra sonrisa activara en el cerebro de los otros emociones positivas.

Giacomo Rozzollati el descubridor de estas neuronas, expresa que la percepción de un rostro activa estructuras internas del sistema nervioso central, como las áreas somatosensoriales y motoras, modelando los músculos faciales de quien observa a otro.

Luego de leer esta nota, seguramente se pondrán en acción nuestra corteza prefrontal -área que nos permite planificar y tomar decisiones voluntarias- para estar atentos a sonreír varias veces cada día, algo que contribuirá a nuestro bienestar y al de las personas con quienes interactuamos.


Bibliografía:

  • Calvo, M. G., Marrero, H., & Beltrán, D. (2013). When does the brain distinguish between genuine and ambiguous smiles? An ERP study. Brain Cogn, 81(2):237-46. doi: 10.1016/j.bandc.2012.10.009
  • Calvo, M. G., Fernández-Martín, A., Nummenmaa, L. (2012). Perceptual, categorical, and affective processing of ambiguous smiling facial expressions. Cognition, 125(3):373-93. doi: 10.1016/j.cognition.2012.07.021
  • Calvo, M. G., Gutiérrez-García, A., Avero, P., & Lundqvist, D. (2013). Attentional mechanisms in judging genuine and fake smiles: eye-movement patterns. Emotion, 13(4):792-802. doi: 10.1037/a0032317