
¿Mejoraría la enseñanza si todos conocieran los principios del neurodesarrollo? (primera parte)
¡Todos los niños no son iguales!
Si aceptamos con facilidad que dos árboles no son iguales, ¿por qué no admitimos que dos niños, aun de la misma edad y sexo, no lo son? Es simple sentido común, pero al parecer el sentido común no es frecuentemente aplicado en las políticas educativas.
Existe una tendencia en varios países de Latinoamérica de aplicarles a todos los niños una misma fórmula: “tirar” a todos los chicos en la misma caja y tener las expectativas de que todos harán las mismas cosas al mismo tiempo.
Esto casi siempre ha sucedido en la educación: esperar que todos los niños en el mismo grado dominen las mismas tareas al mismo nivel y al mismo ritmo. Y con el paso de los años (y con el cambio de los ministros) la caja es cada vez más pequeña. Y cuanto más pequeños son los niños, menos lugar hay para moverse dentro de esta caja (o sea para jugar).
No hay nada malo con tener objetivos educativos. Es lógico que se establezcan niveles de conocimiento que los niños deben alcanzar y determinar qué es lo que los educandos deben hacer y conocer durante un período de tiempo, por ejemplo, un año escolar.
Pero estos objetivos deben ser RA-ZO-NA-BLES. Debe ser posible que la mayoría de los niños los puedan lograr, cada uno a su propio ritmo.
Esto significa que los objetivos deben ser apropiados y adecuados al neurodesarrollo y basados en el desarrollo del sistema nervioso de los niños, o sea, deben ser diseñados para un niño REAL. Pero, lamentablemente, muchos objetivos no están delineados de esta forma.
En forma cada vez más frecuente se le pide a los docentes que enseñen de una forma que es inapropiada para el neurodesarrollo de sus alumnos. Se les pide que les exijan a sus alumnos cosas para las cuales el nivel de desarrollo de su sistema nervioso no está preparado.
Cuando uno comienza a enseñar algo para lo cual el cerebro de su alumno no está preparado, el docente está en un grave problema.
Veamos un ejemplo: la edad promedio en la cual un niño aprende a leer es 6,5 años. Esto quiere decir que un 50% lo puede aprender antes, pero un 50% lo aprende después de esta edad.
Una expectativa errónea en la educación actual es que TODOS los niños deben terminar el nivel inicial leyendo. Pues bien, el neurodesarrollo nos dice que NO todos los niños terminarán el nivel inicial leyendo. Pero esto no implica que los diseñadores de programas no seguirán demandando que lo hagan.
Todo aquel que comprenda el desarrollo del sistema nervioso de un niño sabe que:
- Es simplemente imposible que todos los niños hagan y sepan las mismas cosas a la misma edad.
- Todos los niños pasan por los mismos estadios de desarrollo, pero lo hacen a un ritmo diferente (y hasta a veces en un orden diferente).
- Cada dominio (cognitivo, físico, emocional, social) tiene su propio ritmo de desarrollo.
- El desarrollo cerebral de un niño NO PUEDE SER ACELERADO.
Todas estas afirmaciones han sido científicamente comprobadas. Pero aquellos que tienen sentido común no necesitan de la investigación para verificar esta información. Ellos simplemente necesitan mirar un par de mellizos o hasta un par de gemelos y ver las diferencias.
Cuando consideramos las miríadas de posibilidades de combinaciones genéticas junto con los factores ambientales, es claro que ni siquiera podemos imaginar la diversidad de temperamentos, intelectos, habilidades y estilos de aprendizaje que deben existir en un grupo de 30 educandos en una misma aula. La idea de que los niños son todos iguales es definitivamente una mala idea.
¿Qué puede hacer un educador?
- Diga su opinión: si las personas que comprenden el neurodesarrollo del niño mantienen su boca cerrada mientras se imponen expectativas irreales, nunca veremos cambios positivos en la educación. Escriba un blog. Contribuya con comentarios en blogs de otras personas. O publique sus pensamientos en redes sociales o páginas donde interactúen otros educadores.
- Apoye a los niños en su aula: mire y escuche para determinar el nivel de neurodesarrollo de cada alumno en forma individual (cognitivamente, socialmente, emocionalmente y físicamente) y “encuentre pedagógicamente” a sus alumnos en el nivel de neurodesarrollo en el cual están.
- Ayude a entender a los padres que no se puede esperar que todos los niños sean iguales: explíqueles que las comparaciones son inútiles. Asegúreles que no hay nada que temer si su hijo no está leyendo tan precozmente como sus compañeros.
Referencia bibliográfica:
- Daniels, D. H., & Clarkson, P. K. (2012). A Developmental Approach to Educating Young Children. Classroom Insights from Educational Psychology. California: Corwin.
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