
Distracciones: Por qué somos tan inconstantes y qué distracciones pueden llevarnos a una mayor creatividad (1° parte)
Actualmente tenemos un gran problema porque… Espere un segundo, justo me llegó un mail. Tengo que responderlo ya… porque a menudo somos distraídos en nuestro trabajo, en las clases, cuando estamos con nuestra familia, etc.
En principio esto no es algo nuevo. La condición de ser distraído en nuestro trabajo o en nuestro aprendizaje es tan vieja como el trabajo o la educación en sí mismas.
Después de todo somos seres comunicativos desde que nacemos. Cuantas más oportunidades tenemos para comunicarnos, más fácil es que nos distraigamos. Estamos viviendo en la edad de la humanidad con mayores niveles de comunicación. En todo caso hace sólo unos pocos años atrás no era aún posible… Oh, un mensaje de mi primo que está viviendo en Australia. Espere por favor un minuto… tocar una pantalla de vidrio para mantenerse en contacto con personas en cualquier lugar del mundo.
Una bendición pero también una maldición porque lo que sea capaz de capturar nuestra atención nos hace al mismo tiempo menos productivos. La distracción es el enemigo natural de la concentración.
No es sorprendente que las interrupciones sean el “asesino” número uno del rendimiento en el trabajo y en la escuela. Según una investigación en Estados Unidos un cuarto de los empleados pasan más de una hora enviando mensajes personales o llamando por celular a sus amigos o familiares, en otras palabras, no concentrándose en su trabajo.
¡Increíble! ¡Una hora entera del día laboral usando sus redes sociales privadas! Los adolescentes probablemente solo esbozarán una aburrida sonrisa acerca de estos resultados porque esta población en particular pasa un promedio de nueve horas por día utilizando medios digitales.
Este número no incluye el tiempo que los adolescentes dedican a los mensajes de WhatsApp y Likes durante el tiempo de clase.
Estadísticamente hablando esto significa que los adolescentes pasan más de la mitad de las horas que están despiertos en juegos de computadoras, surfeando por Internet o posteando cosas.
Vistos así uno podría argumentar que la escuela y la tarea para el hogar son interrupciones para el consumo de tecnología digital del adolescente.
El aburrimiento y la monotonía son como un venen… Otro zumbido del celular. Tengo que atenderlo, discúlpeme… para el funcionamiento de nuestro cerebro. Nuestro cerebro siempre quiere experimentar algo nuevo.
Pero existe otra razón que debemos explicar. Nuestro mecanismo de filtro cerebral, que es normalmente responsable de suprimir las interrupciones que nos distraen, es inteligentemente engañado por nuestras rutinas diarias y por la utilización de las redes sociales.
Esto lleva a una pérdida de la concentración a medida que sucumbimos ante la distracción y ante el zumbido del celular. Por el otro lado también nos muestra que nuestra curiosidad, nuestra búsqueda del cambio, es una fuerza poderosa que maneja a nuestro cerebro. Es solamente mediante la distracción que somos capaces de pensar con originalidad
Como muchas de las características del cerebro, su afición por la distracción es una espada de doble filo. Nos ayuda a capturar nuevas ideas mientras que al mismo tiempo bloquea nuestra productividad.
Entonces, ¿qué podemos hacer para explotar la debilidad innata del cerebro por la distracción y proteger su apertura a las nuevas ideas por un lado, y por el otro lado ser capaces de concentrarnos cuando lo necesitamos?
Para contestar esto necesitamos comprender como el cerebro sopesa la información y luego la libera en la conciencia. Prometo solemnemente no distraerme más. Pero antes de continuar necesito controlar mi mail.
Un filtro antispam para el cerebro
Hablando de mails… Antes de que pueda comunicarse en forma productiva por email usualmente tiene que hacer un poco de limpieza, o sea limpiar su casilla de correos (que se ha llenado de spam). De acuerdo a investigaciones realizadas por compañías especializadas en ciber-seguridad más de la mitad de todos los mails enviados son inútiles o basura nociva.
De hecho el 50% del tráfico global de Internet es enviado por programas automáticos (denominados “bots”) que envían irritantes encuestas o redes de mail spam. Afortunadamente existen mecanismos de filtro que actúan como un escudo ante estos mails exasperantes.
En mi computadora simplemente hago clic en donde dice “Filtre spam” y todas las fastidiosas ofertas de Viagra y las sospechosas propuestas de diversos indoles y de cuantiosas donaciones tranquilamente desaparecen.
Filtros cerebrales similares ya comenzaron a investigarse en la década de los 90 mucho antes de existiera el spam o el correo basura. En forma similar a la manera en que el filtro de spam puede borrar el correo basura tan pronto como entra a nuestra casilla de correo o depositarlo en una carpeta para su uso posterior, el cerebro también puede filtrar los estímulos sensoriales en forma inmediata o retenerlos hasta un momento posterior en cual será descartado o usado.
Tenemos dos tipos de filtros en nuestro cerebro: Un filtro precoz que rápidamente bloquea los estímulos sensoriales y un filtro que decide si es posible que más tarde deseamos ser conscientes del estímulo sensorial potencialmente importante.
Sin embargo el cerebro no es como un sistema estático de filtro de mails en el cual su modo debe ser determinado por adelantado. La vida del cerebro es mucho más multifacética que la de una computadora y su filtro se debe adaptar dependiendo al nivel de esfuerzo mental.
En otras palabras, si algo nos distrae o no depende tanto del estímulo que nos importuna como así también cuán fuerte está trabajando nuestro cerebro. Nuestro cerebro tiene un filtro de estímulos muy capaz.
El portal del cerebro
El filtro precoz del cerebro trabaja para bloquear de manera inmediata las interferencias indiscretas. Ni siquiera somos conscientes de algunos estímulos porque son activamente bloqueados. Este filtro está localizado en el tálamo que es la estructura responsable de clasificar la información que va a entrar a la corteza cerebral. O sea que el tálamo actúa como el portal del cerebro. O sea que el tálamo decide a qué información le permite entrar a la corteza cerebral y a cuál se le prohíbe su entrada.
Todos los estímulos sensoriales (salvo los provenientes del olfato) deben pasar por este portal y luego son enviados a la “dirección correcta” en la corteza cerebral.
Los bits importantes de información sensorial son llevados a la consciencia y los bits sin importancia son enviados hacia las regiones cerebrales que trabajan en forma inconsciente y que no molestan a nadie. Casi.
Todo lo que es percibido por la corteza cerebral (con la excepción del olfato) debe pasar por este filtro de información.
El tálamo se aburre rápidamente. O, para ser más preciso, el tálamo es el reino del aburrimiento. Si un estímulo sensorial no cambia al menos cada dos segundos, pierde toda la atención consciente y es enviada al subconsciente. Como un filtro antispam de alta velocidad, el tálamo erradica los estímulos sensoriales que no se modifican.
En otras palabras, la importancia de una pieza de información no está determinada por su contenido sino por su variación.
Esto explica por qué estamos constantemente buscando nuestros celulares cuando un nuevo mensaje aparece y por qué los docentes debemos introducir la novedad y el cambio en nuestras clases.
El contenido del mensaje no es tan interesante para nuestro cerebro como el hecho de que algo ha cambiado. Los cambios hacen que la información se vuelva interesante.
Continúa en una segunda parte…
Referencia bibliográfica:
- B, Henning. (2019). Scatterbrain: How the Mind's Mistakes Make Humans Creative, Innovative, and Successful. Greystone Books.
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