El avance de la civilización llevó a que los Homo sapiens sapiens cada vez realicemos menos actividad física en nuestra vida diaria y seamos más sedentarios. Sin embargo, nuevas investigaciones muestran que el ejercicio es clave para nuestra salud física y cerebral.

Correr favorece las conexiones y funciones más complejas en el cerebro

Fecha 07 de Septiembre de 2017

Los Homo sapiens sapiens somos una especie que en sus comienzos ha debido moverse y estar en actividad todos los días para sobrevivir, algo que fuimos cambiando a medida que el mundo civilizado nos llevó a ser más y más sedentarios.

Sin embargo, es bien sabido por todos que la actividad física es fundamental para nuestra salud y muchas investigaciones nos advierten que también lo es para nuestra salud cerebral.

Por esto, prestarle atención a cuánto nos movemos debería ser algo en lo cual todos pongamos parte de nuestro foco para no engañarnos expresando que comenzaremos el gimnasio, a caminar o a correr a partir del próximo lunes y cuando llega el momento posponerlo hasta nuevo aviso.

Entre los muchos trabajos que presentan cómo afecta positivamente el ejercicio en el cerebro, se encuentra uno reciente liderado por David Raichlen, profesor de la Escuela de Antropología, y Gene Alexander, profesor del Departamento de Psicología y Director del Laboratorio de Imagen, Comportamiento y Envejecimiento Cerebral de la Universidad de Arizona, en Estados Unidos. Esta investigación es interesante debido a que se realizó en jóvenes y no en una población de personas mayores en la cual ha sido más estudiado cómo el ejercicio contribuye en mejorar las funciones cognitivas o a disminuir los efectos del paso del tiempo en el cerebro.

Para llevar adelante el estudio, los científicos realizaron resonancias magnéticas funcionales (IRMf) en dos grupos de adultos jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y 25 años, índices corporales similares y nivel educativo equivalente. Un grupo estaba formado por corredores de fondo y el otro, por jóvenes con una vida más sedentaria.

Al observar los escáneres los investigadores advirtieron cómo el hecho de correr regularmente contribuye en la activación de las conexiones de ciertas zonas del cerebro, dentro de las que se encuentra la corteza frontal, relacionada con funciones cognitivas y ejecutivas.

Según expresó Raichlen, correr puede parecer para muchos una actividad repetitiva, pero en realidad implica el uso de diversas funciones cognitivas complejas. Por esta razón, produce efectos positivos en la función cerebral, entre los que se encuentran la planificación, la toma de decisiones, la motivación y la capacidad de cambiar la atención, entre otros.

Otra investigación muy significativa fue la realizada por el neurocientífico Kirk Erickson, de la Universidad de Pittsburgh, uno de los expertos más reconocidos en el tema de la relación existente entre el ejercicio y el funcionamiento cerebral. Erickson y su equipo hicieron una serie de trabajos y registraron durante años la actividad física y los patrones cognitivos de 300 adultos que se encontraban con una buena salud cognitiva al inicio del estudio.

Luego de nueve años, examinaron el estado cognitivo de todos los participantes y se les realizó una resonancia magnética funcional de alta resolución para observar cómo se encontraban sus cerebros. Cuatro años más tarde se los volvió a estudiar y los resultados mostraron que más de un tercio había desarrollado deterioro cognitivo leve o demencia.

Llegado este punto, los investigadores buscaron si existía alguna relación entre la salud cognitiva de los voluntarios, las imágenes obtenidas en los escáneres cerebrales y los patrones de caminatas que realizaban. De este modo, observaron que a mayor actividad física el riesgo de deterioro cognitivo disminuía.

Específicamente, los científicos concluyeron que mientras más caminaba alguien (de 10 a 14 kilómetros semanales), mayor cantidad de materia gris tendría una década más tarde en regiones del cerebro como el hipocampo, el giro inferior frontal y el área motora suplementaria, esenciales para la memoria y la cognición.

Estos estudios, al igual que muchos otros, nos demuestran que mantenernos físicamente activos en la juventud y a lo largo de toda la vida es algo sumamente importante.

Entre algunas de las ventajas de hacer ejercicio aeróbico se encuentran:

  • Mejora el funcionamiento cardiovascular;
  • Mejora las capacidades cognitivo-ejecutivas;
  • Fortalece los músculos y los huesos;
  • Regula mejor el apetito;
  • Cambia positivamente el tipo de grasa sanguínea;
  • Disminuye las chances de sufrir por lo menos una docena de tumores;
  • Mejora el sistema inmunológico;
  • Protección contra el estrés oxidativo.
  • Mejora el estado de ánimo.

Luego de lo que hemos visto, podemos reflexionar que para desarrollar y mantener las funciones más elevadas de nuestro cerebro y cuidar de su salud, la actividad física debe ser regular y una compañera en todas las etapas de nuestra vida. Por ello, es importante usar las siglas UCCM (Unidad Cuerpo Cerebro Mente) para designarnos, pues nos muestra la interrelación que existe entre el cuerpo, el cerebro y la mente. Por supuesto que al trabajo físico debemos sumarle una dieta equilibrada, desafíos mentales y una vida social activa.

Un modo práctico de darnos cuenta del tiempo que le dedicamos a ejercitarnos es utilizar una herramienta básica como las grillas de registro. De este modo, no dejaremos en nuestra memoria los datos, sino que los anotaremos y luego podremos hacer una evaluación correcta y realista que no se acomodará a justificativos o motivos por los cuales no hemos realizado actividad.

Un modelo posible de aplicación podría ser el siguiente:

En las columnas de los días anotaremos si hemos realizado actividad física y cuánto tiempo. Así veremos las horas reales que dedicamos a ejercitarnos o no, algo que nos permitirá reflexionar y ayudarnos a tomar (en caso de que sea necesario) la importante decisión de ponernos en movimiento.


Bibliografía:

  • Raichlen, D. A., Bharadwaj, P. K., Fitzhugh, M. C., Haws, K. A., Torre, G. A., Trouard, T. P., & Alexander, G. E. (2016). Differences in Resting State Functional Connectivity between Young Adult Endurance Athletes and Healthy Controls. Front Hum Neurosci, 10: 610. doi: 10.3389/fnhum.2016.00610
  • Erickson, K. I., Raji, C. A., Lopez, O. L., Becker, J. T., Rosano, C., Newman, A. B., Gach, H. M., Thompson, P. M., Ho, A. J., & Kuller, L. H. (2010). Physical activity predicts gray matter volume in late adulthood: the Cardiovascular Health Study. Neurology, 75(16): 1415-22. doi: 10.1212/WNL.0b013e3181f88359
  • Erickson, K. I., Voss, M. W., Prakash, R. S., Basak, C., Szabo, A., Chaddock, L., Kim, J. S., Heo, S., Alves, H., White, S. M., Wojcicki, T. R., Mailey, E., Vieira, V. J., Martin, S. A., Pence, B. D., Woods, J. A., McAuley, E., & Kramer, A. F. (2011). Exercise training increases size of hippocampus and improves memory. Proc Natl Acad Sci U S A, 108(7): 3017-22. doi: 10.1073/pnas.1015950108

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