¿Por qué debemos preocuparnos más por nuestra vida emocional?
Claramente, la evidencia señala que, nuestras emociones tienen todo el poder para influir en la forma en que interactuamos y nos relacionamos con los demás.
Estudios previos han demostrado un rol decisivo en la vinculación entre las emociones y la generación de reacciones empáticas hacia los afectos de la gente que nos rodea.
Sin embargo, sigue sin estar claro si (y en qué medida) nuestras propias emociones pueden influir en la capacidad de inferir los estados mentales de las personas.
Estudio experimental en el laboratorio
Un estudio liderado por Emilie Qiao-Tasserit, miembro del Laboratorio de Neurología Conductual del Departamento de Neurociencia de la Universidad de Ginebra, aplicó técnicas de neuroimagen a un total de 59 participantes en dos experimentos de inducción de emociones, en los que observaron clips alegres, neutrales y temerosos. Posteriormente, se les pidió que inferieran la alegría, el miedo y las creencias de otros individuos a partir de escenarios verbales.
Utilizando imágenes de resonancia magnética funcional, se descubrió que la actividad cerebral en el giro temporal y las cortezas sensoriomotoras estaban moduladas por la inducción emocional precedente, con una respuesta menor cuando la emoción que se quería inferir era incongruente con la inducida en el observador.
Estos hallazgos son consistentes con los relatos corpóreos de la teoría de la mente afectiva, según los cuales nuestras propias emociones alteran la participación de regiones cerebrales clave para la cognición social, dependiendo de la compatibilidad entre el afecto propio y el de las demás personas.
¿Qué papel juega la empatía en nuestra cotidianidad desde las neurociencias?
Una hipótesis se basa en las explicaciones corporizadas de la interacción empática, y postula que podríamos entender las emociones de los demás si las mapeáramos en nuestras propias representaciones somáticas y neuronales.
Por ejemplo, las personas en un estado emocional determinado son más sensibles a las características emocionales congruentes en las expresiones faciales. Del mismo modo, las personas que reciben una estimulación táctil agradable/desagradable juzgan las estimulaciones incongruentes en los demás como más neutrales.
Estudios avanzados demostraron que la red cerebral que sustenta estas dos habilidades interactuaba dinámicamente durante las tareas naturalistas. Por lo tanto, es razonable suponer que las emociones de uno podrían influir en las habilidades afectivas (pero no cognitivas) de la teoría de la mente de manera consistente con las predicciones de las explicaciones corporizadas, al mejorar nuestra competencia para inferir el estado de los demás que es consistente con el propio.
¿Cuáles fueron los descubrimientos que nos dejó este estudio?
Descubrimos que al inferir emociones en los demás que son incongruentes con nuestro propio estado afectivo actual, la actividad cerebral se reduce en una red generalizada que comprende las regiones cerebrales de la ínsula y el opérculo parietal.
Estos resultados ayudan a demostrar cómo nuestro propio estado emocional puede afectar la forma en que encarnamos y simulamos las emociones de otras personas.
Conclusiones
Para concluir, es necesario que tengamos en cuenta que ser más conscientes de la forma en que nuestro entorno y nuestros sentimientos dan forma a las dinámicas en que respondemos a los demás podría fomentar mejorías significativas en los procesos sociales, contribuyendo a relaciones más pacíficas y gratificantes.
Referencia:
- Qiao-Tasserit, E., Corradi-Dell’Acqua, C., & Vuilleumier, P. (2024). Influence of transient emotional episodes on affective and cognitive theory of mind. Social Cognitive and Affective Neuroscience, 19(1), nsae016. https://doi.org/10.1093/scan/nsae016
Cómo citar esta publicación: Parra Bolaños, N. (2025). Influencia de los episodios emocionales y afectivos de la mente. Asociación Educar para el Desarrollo Humano. www.asociacioneducar.com/blog/influencia-de-los-episodios-emocionales-y-afectivos-de-la-mente
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