
Aprenda las habilidades de un entrenador
Los padres de los niños con ADHD están frustrados. Están frustrados por sus hijos, porque ellos no les obedecen y porque son tan activos que parece imposible seguirles el paso. También están desilusionados con aquellos docentes que no parecen poseer los recursos para darles a sus hijos la atención individual que es tan necesaria y, finalmente, con ellos mismos por no tener la energía y la paciencia para seguirle el ritmo a sus niños y poder lograr que sean como todos los demás.
De esta manera, se genera una importante fuente de frustración porque los padres se culpan a ellos mismos de los problemas de sus chicos, incluyendo su rendimiento escolar, la exclusión social que sufren, sus inconvenientes conductuales y sus estallidos emocionales.
Cuando un niño fracasa, a veces sus progenitores internalizan el fracaso, sintiendo que son imperfectos en su función. Sin embargo, un simple cambio de perspectiva puede modificar todo esto.
Los padres como entrenadores
Piense su rol de padre-docente como si fuera un entrenador. Uno que no se esconde en la vergüenza cuando ve a un jugador de su equipo que erra un gol. Uno que piensa que su trabajo es construir competencias y resolver problemas.
Un entrenador se da cuenta de que para que un jugador tenga un buen rendimiento necesita practicar, practicar y practicar. Sabe que a veces un simple cambio en su técnica puede mejorar su desempeño. También entiende que para que un jugador llegue a cierto nivel de desarrollo necesitará repetir su mensaje una y otra vez.
Un entrenador no se molesta por la necesidad de repetir porque entiende que es un ingrediente fundamental en la construcción de habilidades. Recuerdo cuando estaba entrenando como judoca de niño y cada vez que luchaba mi instructor me recordaba cientos de veces: “Mantené el equilibrio entre tus brazos y piernas”. Él no se frustraba por tener que reiterar este concepto cada vez que nos encontrábamos. Tampoco sentía que debía castigarme cuando no me ajustaba a una técnica perfecta.
En una forma similar uno puede necesitar decirle al niño muchas veces y todos los días: “Hablá normalmente” –incluso cuando esté aullando– o “Explicame detalladamente cuándo comenzás a enfurecerte”.
Los instructores no castigan a sus jugadores por no ejecutar la técnica en forma correcta. Saben que la repetición de la retroalimentación es necesaria para llevar a su aprendiz al próximo nivel. También entienden que cuando su aprendiz logra un avance en su desarrollo, aparecerá otro elemento de la técnica que necesitará de una depuración constante.
Asimismo, note que el entrenador expone en forma clara y calmada al aprendiz lo que tiene que hacer. No le grita lo que tiene que dejar de hacer. Por ejemplo, no protesta con frustración: “¡Dejá de extender tu brazo cuando tirás la pelota!”. Esta estrategia no funciona porque no resuelve un problema: sólo amonesta y, dependiendo del tono de voz, puede humillar.
No se adhiera a echarle la culpa, solucione el problema
Un entrenador sabe que aún con las repeticiones constantes, si la dificultad persiste, entonces necesitará recurrir a la resolución de problemas. En vez de echarle la culpa al jugador o a sí mismo por no seguir las instrucciones, se dispone a descubrir por qué el jugador es incapaz de seguir las instrucciones.
- La mayoría de las malas conductas de los niños con ADHD pueden resolverse con la siguiente estrategia:
- Identificar el problema: por ejemplo, mi hijo–alumno no obedece mis instrucciones.
- Adoptar una actitud de resolver el inconveniente, no una de echarle la culpa.
- Evite el deseo de castigarlo.
- Hacer un esfuerzo importante para tratar de entender cómo funciona la mente de su hijo–alumno.
- Preguntarse a uno mismo y a su hijo–alumno por qué su conducta tiene sentido.
- Corregir toda interpretación errónea y proveer información que pueda resolver el problema.
Haga hincapié en el aprendizaje procedimental, no en las consecuencias.
El aprendizaje procedimental o motor (aprender una habilidad que requiere de la práctica –ejemplo: andar en bicicleta–) significa que yo asumo que usted no sabe cómo llevar a cabo una determinada tarea. Por lo tanto, le proveo de los recursos, el entrenamiento, la información y los ejemplos que usted necesitará para aprender esta nueva habilidad.
Si uno estuviera tratando de enseñarle a su hijo cómo andar en bicicleta, jamás lo expulsaría de la sesión de enseñanza cada vez que se cayera. Le mostraría qué necesita hacer de forma diferente al mismo tiempo que le daría apoyo emocional y motivacional para que siguiera adelante.
Esta estrategia puede aplicarse para enseñarle a su hijo–alumno conductas apropiadas, inteligencia emocional y habilidades sociales.
En vez de la frustración para el padre y las consecuencias para el hijo–alumno, el padre y el docente aprenden a implementar los siguientes elementos del aprendizaje procedimental:
- Proporcione información.
- Construya habilidades.
- Resuelva problemas.
- Utilice la repetición.
- Motive e insista.
Actividades
La caja mágica
La habilidad más importante que uno le puede ayudar a construir a un niño con ADHD es la de controlar su desorden. La mayoría de los padres se quejan de que sus hijos no quieren ordenar sus cuartos, pero los niños con ADHD llevan esto a un nivel totalmente diferente.
Recordando que puede abordar su profunda desorganización mediante la persistencia, los consejos y repetidos recordatorios como lo haría un entrenador, tendrá mucho más éxito que castigando a su hijo–alumno por no mantener una vida organizada.
Se puede desarrollar las habilidades básicas de la organización con un juego divertido denominado la caja mágica. Los padres o el docente pueden crear un receptáculo hechizado de una caja que ya no usa.
Esta caja será para el niño y puede ser diseñada de manera tal que le recuerde sus historias o personajes mágicos favoritos (Harry Potter, el Jedi de Star Wars, etc.).
Decórela con pinturas, fotos y brillo para que evoque a su personaje mágico favorito. Explíquele a su alumno–hijo que aumentará sus poderes mágicos confiando en la fuerza. Demuestre esta confianza tirando papeles innecesarios, juguetes rotos u otras cosas que ya no necesita.
Enséñele a tirar cinco cosas cada día en la caja mágica. Cada vez que tire algo haga que anuncie: “abro las puertas para mis poderes mágicos” u otra frase o afirmación que lo empodere y le demuestre los beneficios de ordenar.
Además de la caja para la basura, puede hacer variaciones para despejar el cuarto con un cesto para ropa sucia, una caja para guardar sus juguetes, etc. El objetivo será reforzar diariamente pequeños pasos hacia la organización. Si su alumno–hijo es más pequeño y está más interesado en monstruos, dragones o dinosaurios, puede decorar las cajas como un monstruo y decirle que tiene que amansarlo alimentándolo todos los días.
Practique recibir
Debido a que su hijo–alumno tiene una diferencia que requiere de acomodaciones, necesitará desarrollar las habilidades de pedir ayuda y aceptar la guía y los recursos adecuados. Puede entrenar a su hijo–alumno en dos habilidades que serán esenciales para su éxito en la escuela: pedir y recibir ayuda.
Esta actividad le demostrará a su hijo–alumno la dramática diferencia que se puede lograr pidiendo ayuda y consiguiéndola. Puede comenzarla como un juego y luego como un objetivo de enseñanza.
Prepare una carrera de obstáculos para su hijo–alumno. La puede hacer en una plaza o en el jardín de su casa y debe requerir que consiga realizar ciertas tareas. Tómele el tiempo mientras cumple con la carrera de obstáculos.
Por ejemplo, le puede pedir que corra hacia el tobogán y se deslice por él, luego que haga un pozo en la arena y lo llene de agua. Posteriormente, que corra hacia una hamaca y que vuele en una de ellas como Superman tres veces y finalmente que vaya hacia el pasamanos antes de volver al punto de partida.
Cualquiera sea la carrera que diseñe, asegúrese de que incluya una actividad que requiera de algunas herramientas, como hacer un pozo y llenarlo de agua.
Lo más probable es que su hijo–alumno dará vueltas tratando de hacer el pozo con sus manos y luego busque cómo llevar el agua al pozo. Cuando termine (o se dé por vencido porque no lo consigue), dígale que quiere que haga la carrera nuevamente y pregúntele: “¿Cómo vas a hacer el pozo y llenarlo con agua?”. Esté preparado con una pala de juguete y un balde.
Dígale que esta vez puede pedirle estas herramientas. Haga que complete la carrera de obstáculos nuevamente, pero esta vez con la posibilidad de pedirle ayuda y de poder disponer de las herramientas.
Déjelo que disfrute de este juego sin sermonearlo, pero remárquele cuanto más fácil es la carrera con las herramientas correctas.
Más adelante puede utilizar esta experiencia para mostrarle como él puede ayudar a crear un ambiente de apoyo y solidario pidiendo lo que necesita y recibiendo ayuda. Un beneficio extra de esta actividad es que ayudará a que su hijo–alumno a gastar algo de su rebosante energía.
Referencia bibliográfica:
- Reaser, A. L. (2008). ADHD Coaching And College Students. Florida: Florida State University.
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