A lo largo de los años, la vida sedentaria no solo nos atrofia el cuerpo, sino que también es perjudicial para el bienestar cognitivo.

Actividad física y cerebro

Fecha 15 de Enero de 2020

La vida moderna nos lleva a estar sedentarios durante horas en nuestros trabajos, en la escuela, en casa mirando una maratón de series o buceando en las redes; incluso usamos el auto para no caminar siquiera 10 cuadras. Todo esto nos lleva a perder de vista que pasan las semanas y los meses casi sin habernos levantado de nuestras sillas o sillones.

 

Sin embargo, de pronto, cuando nos vemos obligados a caminar a paso firme unas cuadras, nos damos cuenta de que estamos fuera de estado y de que nos falta hacer ejercicio, algo que, como muestran diversas investigaciones, no solo afecta la salud física, sino también las capacidades cognitivas.

 

Dentro de los diversos trabajos referidos a este tema se encuentra el realizado por Yaakov Stern, de la Universidad de Nueva York, que contó con 132 personas de edades comprendidas entre los 20 y 67 años. Esta experiencia presentó que el ejercicio aeróbico mejora las funciones ejecutivas, aquellas que les permiten a los seres humanos regular su propio comportamiento, además de organizar y alcanzar metas.

 

Otro estudio liderado por Josie Bootha, profesora de psicología de la Universidad de Dundee, Escocia, realizado con 4755 jóvenes de entre 11 y 13 años, posibilitó observar cómo la actividad física contribuye a incrementar el tiempo de concentración y el desempeño intelectual en clase, además de tener un alto impacto en la autoestima.

 

Kirk Erickson, de la Universidad de Pittsburgh, es uno de los más reconocidos expertos sobre la relación que existe entre el ejercicio y el funcionamiento cerebral. Junto a su equipo realizó durante años el seguimiento de 300 adultos que se encontraban con una buena salud cognitiva al inicio del estudio. La investigación consistió en observar los cerebros de los voluntarios a través de resonancia magnética funcional de alta resolución, evaluar diversos patrones cognitivos y registrar si hacían actividad física.

 

El resultado permitió concluir que a mayor actividad física el riesgo de deterioro cognitivo disminuía con el paso del tiempo. También llevó a reflexionar que mientras más caminaba alguien (de 10 a 14 kilómetros semanales), mayor cantidad de materia gris tendría una década más tarde en regiones del cerebro como el hipocampo, el giro inferior frontal y el área motora suplementaria, esenciales para la memoria y la cognición.

 

En otro de sus trabajos Erickson presentó que cuando los adultos sedentarios empiezan a ejercitarse, incluso después de los 65 años, el cerebro se ve también beneficiado. 

 

Por otro lado, los resultados de un estudio realizado recientemente por el Centro de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer de la Clínica Mayo y la Universidad de Medicina de Greifswald, liderado por Katharina Wittfeld, del que participaron 2013 personas, mostró cómo el ejercicio cardiorrespiratorio (caminar enérgicamente, correr, andar en bicicleta y casi cualquier otro ejercicio que acelere el ritmo cardíaco) es bueno para el cuerpo y para retrasar los cambios cognitivos producidos en el cerebro por la edad.

 

Los investigadores encontraron que el ejercicio cardiorespiratorio se asociaba con un mayor volumen de materia gris y, según uno de los especialistas, la característica más llamativa del estudio es el efecto medido del ejercicio sobre las estructuras cerebrales involucradas en la cognición, en lugar de la función motora. 

 

Todas estas investigaciones y las muchas realizadas sobre este tema nos muestran que es hora de ponernos las zapatillas y levantarnos de las sillas.

 

Ponernos en movimiento aeróbico (caminar, correr, nadar, andar en bicicleta, bailar, etc.) al menos 30 minutos tres veces por semana nos permite:

 

• Aumentar el nivel de bombeo de sangre, oxígeno y glucosa hacia el cerebro.

• Mejorar el funcionamiento cardiovascular.

• Mejorar las capacidades cognitivo ejecutivas.

• Fortalecer músculos y huesos.

• Regular el apetito.

• Cambiar positivamente el tipo de grasa sanguínea.

• Mejorar el sistema inmunológico.

• Protegernos del estrés oxidativo.


Bibliografía:

• Stern, Y., MacKay-Brandt, A., Lee, S., McKinley, P., McIntyre, K., Razlighi, Q., Agarunov, E., Bartels, M., & Sloan, R. P. (2019). Effect of aerobic exercise on cognition in younger adults: A randomized clinical trial. Neurology, 92(9), e905–e916. https://doi.org/10.1212/WNL.0000000000007003
• Booth, J. N., Leary, S. D., Joinson, C., Ness, A. R., Tomporowski, P. D., Boyle, J. M., & Reilly, J. J. (2014). Associations between objectively measured physical activity and academic attainment in adolescents from a UK cohort. British journal of sports medicine, 48(3), 265–270. https://doi.org/10.1136/bjsports-2013-092334
• Erickson, K. I., Raji, C. A., Lopez, O. L., Becker, J. T., Rosano, C., Newman, A. B., Gach, H. M., Thompson, P. M., Ho, A. J., & Kuller, L. H. (2010). Physical activity predicts gray matter volume in late adulthood: the Cardiovascular Health Study. Neurology, 75(16), 1415–1422. https://doi.org/10.1212/WNL.0b013e3181f88359
• Erickson, K. I., Voss, M. W., Prakash, R. S., Basak, C., Szabo, A., Chaddock, L., Kim, J. S., Heo, S., Alves, H., White, S. M., Wojcicki, T. R., Mailey, E., Vieira, V. J., Martin, S. A., Pence, B. D., Woods, J. A., McAuley, E., & Kramer, A. F. (2011). Exercise training increases size of hippocampus and improves memory. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 108(7), 3017–3022. https://doi.org/10.1073/pnas.1015950108
• Wittfeld, K., Jochem, C., Dörr, M., Schminke, U., Gläser, S., Bahls, M., Markus, M., Felix, S. B., Leitzmann, M. F., Ewert, R., Bülow, R., Völzke, H., Janowitz, D., Baumeister, S. E., & Grabe, H. J. (2020). Cardiorespiratory Fitness and Gray Matter Volume in the Temporal, Frontal, and Cerebellar Regions in the General Population. Mayo Clinic proceedings, 95(1), 44–56. https://doi.org/10.1016/j.mayocp.2019.05.030

 

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