La moralidad es innata en el ser humano y existe algún sentido innato de lo que está bien y lo que está mal desde el primer momento: un “sentido moral” que responde a mecanismos cerebrales.
Cuando la adversidad toca a nuestra puerta, el cerebro es la herramienta para superarla. Son las repuestas instintivas almacenadas en el sistema límbico las que le posibilitan a la mente el manejo de las situaciones difíciles. Sin embargo, si la respuesta de estrés debe repetirse con frecuencia pueden generarse efectos negativos y graves daños emocionales.
Existen diversas causas por las que puede suceder la “crisis de los 40”, que van desde razones evolutivas hasta sociales. Sin embargo, el psiquiatra Dillip Jeste observó que la juventud es un período de desilusión permanente y la edad avanzada una época de agradables sorpresas. Mucho tienen que ver con esto los circuitos cerebrales vinculados a las recompensas, que pierden sensibilidad con la edad, lo que reduce la impulsividad y las actitudes adictivas.
Saber cómo influyen los estados de ánimo y las emociones en las personas es fundamental a la hora de entender las razones de ciertos rendimientos y comportamientos. Los contextos adecuados de los distintos ámbitos potenciarán la calidad y el clima de trabajo o estudio.
Para decir lo que pensamos sin generar ruidos en la comunicación es fundamental utilizar nuestro cerebro social, para así generar sanos y mejores vínculos con los demás.
Investigaciones científicas revelaron que alterar nuestro descanso nocturno nos priva de realizar un buen juicio de valor a la hora de tomar decisiones.